Desplazados: el agua del arroyo
Por: Gildardo Izaguirre y Fierro
“Miré –me dice Doña Delia- allá tomábamos agua de los arroyos, cristalina, agua sagrada; a las seis ya desayunábamos, tortillas recién hechas, frijoles, queso y salsa”. Se asoma por la ventanilla del carro, como queriendo enfocar la vista hacia donde supone queda la serranía, a esa que los de acá abajo, los citadinos, les decimos “Los Altos”. De pronto voltea y me suelta una directa: “y usted aquí a gusto, fresquito en el aire acondicionado”. Me trago el reclamo y le doy un bote lleno de cacahuates machos: “tenga para hacer ruido en el cabildo”.Vamos rumbo al Palacio Municipal de Mazatlán, atrás me sigue Rafa en su troca de redilas, lo único que se pudo traer; el abarrote que tenía en Potrerillos lo dejó con toda la mercancía (más o menos unos 100 mil pesos) y los fiados que hacía por los pueblos serranos también se hicieron agua; pero no se desanima. Más tarde, su esposa me cuenta que ella acaba de sobrevivir a un cáncer en el intestino, ya pasó todas las quimios, está bien, pero le queda el último tratamiento: “antes de esto, por lo de la carretera a Durango se vendía mucho, teníamos con qué; pero ahora ¿de dónde saco los seis mil pesos que me cuesta el último estudio?. Tampoco la señora se aplatana: consiguió un horno y hace pan de mujer y empanadas de calabaza.
Los viejos, Don Juan, Don Aurelio, y muchos más, se miran como desacabalados, como que les hace falta algo, quizá el aire oxigenado, el agua cristalina, las tortillas de comal, quizá, quizás. Hacen recuento de las milpas, las huertas de duraznos, las vaquitas, los puercos y hasta de los perros; también de los amaneceres y atardeceres serranos.
Nos hemos reunidos con 60 familias, todas desperdigadas por el puerto; el Psicólogo Lorenzo nos informa que son 120 familias en las cuales ha contado 89 niños, pero que hay más grupos familiares desperdigadas por todo el sur de Sinaloa. Los efectos de este desplazamiento se ven a las claras: la familia se destripa, se rompe; pérdida de los lazos comunitarios, el domicilio se desvanece y la intimidad se complica por vivir de arrimados; son ingentes las dificultades para cubrir las necesidades básicas de alimentación, salud, educación y sobre todo conseguir un empleo para iniciar un nuevo plan de vida.
Orlando, un chamaco serrano, flaquito y avispado, logró inscribirse en la Facultad de Contabilidad de la UAS y logró que le hicieran un descuento; pero también consiguió empleo en una tienda de artículos deportivos. Lo busco en su trabajo, me informan que es un muchacho muy responsable y atento. Después me habla: “Profe ya estoy adentro, casi me siento Contador, pero me dieron un turno que me impide trabajar y yo necesito el empleo”. No le queda de otra más que insistir y ablandarle el corazón al funcionario de le escuela; lo va a lograr, él es un brote de la biopolítica que derrocará a la nefasta necropolítica del estado mexicano.
Estos son los desplazados, los desterrados, los refugiados internos que huyen de la brutalidad criminal y de la incapacidad gubernamental para cumplir con sus deberes de Estado. ¿Los dejamos solos?.
(Nota: Mama Mirna, madre espiritual de los 460 seres humanos desparecidos en Sinaloa, por fin terminó su angustia y comenzó su duelo. Después de dos años de escarbar y destripar terrones, encontró los huesos de oro de su hijo Roberto. Las Rastreadoras son una muestra de poder civil y una bofetada a la incapacidad y la indolencia vil del gobierno).