Sobriedad
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
No olvides jamás que la vida es un sinfín en verbos de los cuales uno se arrepiente o no de todos, los buenos abonan al espíritu hacia su realización pletóricos en “Fe” Esos se gritan a los cuatro vientos por ser venturosos y cuentan con el don de la palabra “Amor al prójimo” Todo lo bueno está bien hecho, en no cabe duda en ser persona íntegra y lo que se hable mal, son espíritus divagantes que viven entre sus especulaciones, malos entendidos, certidumbres inconclusas, amores fallidos.
Vivir con “Fe” es caminar con un espíritu tranquilo. Hay dos certezas inmutables.- Envejecer dignamente y morir en paz.- Tanto una como la otra va acompañada de tiempo en reflexión, obras, actos. Son los alientos de esa sombra que amina a la reflexión. Lo bruto festeja la acumulación en años y va quitando hojas al calendario, lo bello añade “Fe” amor al prójimo. Para el rústico su mejor señal, es el día que festeja un año más de vida. Para el ser espiritual es tiempo en el que ha visto pasar una a una las lecciones, acciones, actos, purificación en su alma contemplando las estaciones con su lluvia, brote de flores, caída de hojas o su invierno abrigado.- Ambos llevan certezas grabadas con fuego en el alma comprendiendo que un instante vivido, jamás regresa, y con ello se presenta la incapacidad para hacer todo aquello que anteriormente no le prestaban atención o lo consideraban muy sencillo pero que ahora no es tan fácil.- Se hace presente a cobrar factura.
La existencia es simple, ruidosa, callada, va erosionando lo físico, psíquico sin que exista forma en sostenerla. Es presente y futuro.- Inevitable.- Nos deja huella imborrable en la mente al recordar los tiempos idos, el recuerdo marcado de un sufrimiento y ese pañuelo para llenarlo en lagrimas: La esperanza es cumplir y que el espejo personal sea benévolo ante nuestra imagen la cual al mirarla desde el alma misma, nos guste o no, no deja duda en que han pasado los años puliendo el alma con actos en amor al prójimo.
Recuerdos inolvidables.- Un pasado al que no siempre se atreve uno a mirar con la frente en alto y responderle con sinceridad ante el vacío existencial que atrapa el alma, sujeta el espíritu y lo hace que vague en los recuerdos. El espíritu no sabe de tiempos y reta en dar sentido a lo que fuimos o calla atrapado por el miedo a ser expuesto.
En el vientre escuchas voces que acompañan a tu madre. Llega el nacimiento y con este la vida plagada en amores, besos, tormentos, desilusión, desengaño, traiciones, hechizos, hijos, todos jugando en una mente esquiva que lucha por dejar salir lo que considera es comentable y guarda bajo triple llave lo oscuro en ciertos actos.- Llega el amor acompañado de motivos para prolongar la vida en hijos en ese silencio cómplice que solo conocen los enamorados. Hay miedo a un pasado, dan ganas de huir.- Un amor quema las fibras, que lo mismo hiere que sana pero que al final merece bien vivirse al abrir al gozo los sentimientos profundos que llevan volando por las nubes sin conocer el piso ingrato del que engaña “Hermoso amanecer/ precioso atardecer” Un alma que camina por el sendero en donde no existe el dolor solo la belleza, no existe la tormenta sino la brisa del amor.
La vejez no estanca al espíritu solo imposibilita el cuerpo físico.- No, es rebeldía en un espíritu, es la vida misma que no se detiene, que jamás oculta su ultima y primera intención en el tormento por llegar pleno, lucido mirando el pasado sin olvidos, con sus claras evidencias del camino recorrido.- Sin ser cadena de nudos georgianos o rezago en revivir lo expuesto.
Nacer para morir: Es la lógica, la verdad, la certeza alcanzar la eternidad en la escalera que construimos con amor al prójimo. El alma espiritual lo comprende, lo vive y lo sufre mientras pasea lo oculto del deseo por sus rincones sacándolo en instantes de miedo por un recuerdo de un ser querido que murió. La muerte es hija del miedo a vivir, es saeta afilada en medio del alma impregnada en la memoria que se levanta cuando menos lo pensamos y nos hace medir el tiempo que nos resta.
El miedo a morir toca la campaña cada cumpleaños envolviendo el rostro de angustia al mencionarlo. A la vida, buen rostro producto de esos años vividos, rostro sereno “Belleza en el alma” que cobra significado ante el espejo alertando que nadie es eterno, que la vida es un soplo construido sobre ladrillos huecos que se rellenan con actos de buena fe, se bañan en recuerdos los cuales con el mismo tiempo prevalecen. Vivir, dignamente para que el tiempo se vuelva relevante, cobre significado, sea justo y nos gratifique al final con la sonrisa de la dignidad impregnada en ese espíritu.