TIEMPO
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
La modernidad nos ha robado el pensamiento constructivo, empujándonos por el camino de la desesperación, se padece la brutalidad del progreso, la arrogancia del “Ser” y la sandez de los dogmatismos. La experiencia alerta de un “Ser” hipócrita que gusta vivir en la apariencia y reposa sus propias necesidades insatisfechas, disfraza el engaño y, su consumo desmedido. Abono a esta reflexión haber nacido en la época anterior por lo que estoy afectado del síndrome del romanticismo en ese toque mágico vedado en tocar a la novia en público, hacer poesía en su honor. Respetar las costumbres sin tratar en escapar a los convencionalismos establecidos en la relación. Tradición aprendida he impuesta en familia, escuela, calle.
Soy un tradicionalista que critica desde su óptica, tradición, costumbre y expresa en letras lo que el ojo se encargue en digerir sin resistencia. Crear ideas, sin caer utilizando las letras como arma misma que ha servido a muchos para vivir sin ser convertidos en aves de corral, para no ser un animal de carga y, si para escapar a los corrales de la domesticación, dogmatizar el pensamiento, alejar el cuerpo de la mente. Soy el amante infiel de la “Escritura” Soy un enfermo que sufre el malestar de la cultura en su propia intimidad, el que vive pensando en su propio reflexión, que construye y destruye ideas.
Soy el paciente desahuciado por una parte de la sociedad al considerar que sus ideas se salen de tiempo, moda y, ya no son necesarias como no lo es: Ir al re-encuentro de nuestro cuerpo/pensamiento/alma, para hacer de nuestra vida una obra de arte. Tranquilizar el espíritu es parte de ese viaje a las montañas de los signos, símbolos y expresiones inconclusas que la naturaleza nos ofrece y renegamos tomar.
Mi propósito era iniciar un proceso de curación, un camino de conocimiento que re-vitalice mi cuerpo, que afirme mi pensamiento, purifique el espíritu. Quiero aprender a sacar el ser humano que llevo dentro, el que duerme plácidamente, despertar su fuerza salvaje, el espíritu indomable el cual vuela a través de la reflexión y la escritura.
Aspiro a vivir la experiencia de sentir cómo se potencian y activan el cuerpo y el pensamiento. Persigo sentir, que la vida es una fuerza destinada a crear; una fuerza capaz de manifestarse a través de la poesía, el dibujo, el teatro, la danza, la música, el amor al prójimo y, no dudar un instante en seguir ese camino que nos conduce hacia lo desconocido, que nos interna cada vez más en la misteriosa de la inmensidad del alma, el pensamiento y el amor al que estamos destinados a entregar.
Cada uno es capaz en emprender su viaje espiritual atravesado por la fuerza de la reflexión, canto, baile, escritura en un movimiento capaz de traspasar todas las fronteras, de borrar los límites, para enfrentar a su arrogancia y ponerse frente a lo desconocido, al infinito, a sus demonios. Pararse en el camino donde se cruzan los males y los bienes, las palabras y los silencios, las rocas y la arena, el agua y el fuego, el aire y el espíritu. Donde todas las cosas fluyen sin cesar un instante, el cuerpo y la tierra, el animal desconocido que nos gobierna el pensamiento. Ese punto mágico del rio que cambial y la corriente jamás deja de fluir.
Reflexiona un instante cual si fieras ese poeta, escritor, actor dispuesto a perder la identidad, olvidar la historia de su vida, egoísmo, importancia personal para salir con fuerza del caos, que impulsa a pensar que vivirás en la eternidad desaprovechando el instante o aceptando la pequeñez con humildad. No importa quién eres o el cómo vives, solo lo personal para sumergirse en las profundidades de lo desconocido, en la inmensidad del infinito. Este es su lugar en la vida, sin tiempo, desde en el que se mueven los seres sin pies, el fuego no calienta las piernas estáticas. Una vida en la cual se imita con los brazos el vuelo de los pájaros, se buscan labios sin el néctar de las flores.
Es el espacio en donde el cuerpo deja de importar, la lluvia ya no es tormenta y se hace el silencio en la oscuridad de la mente profunda, del pensamiento fugaz en el infinito caos de su propio pensamiento. El tiempo en dejar atrás la arrogancia del que vive en la claridad del día y del saber y experimenta en su propio cuerpo a los enemigos del conocimiento, quienes intentan ganar la batalla. Es el tiempo exacto para empantanar el miedo, muerte, vejez, sanar el alma, sin remordimientos y sin culpas. Tiempo para aprender a vivir en la alegría de la risa en la visión del alma.
