Por J.Humberto Cossío R.
Yo soy un agradecido a mi Dios, por las cosas buenas que me suceden en esta vida y que me inundan el alma de alegría.
Es historia dolorosa que duró varios años.
Una perversidad de Fernando Zapien Rosas, me alejó de un queridísimo compadre como lo es Juan S. Millán.
Renato Vega Alvarado, me indicó que a su lado no quería perversos, y eso rigió en todos los cargos de gobierno que ocupé en mi servicio al gobierno de Sinaloa.
Era un celo enfermizo el que generaba que mi compadre me tuviera aprecio genuino.
Zapien trabajó esa asquerosa grilla y primero le pegó en la madre a Carlos Gandarilla, despojándolo del poder de la firma y con triquiñuelas que me contó el mismo Fernando y la manera como le había llegado a Millán para tumbar la fuerza del Secretario particular.
Antes había tenido que aconsejar a Zapien, al que consideraba mi amigo, para que no contara cosas de lo que sucedía en el área del Gobernador y que podían dañar la imagen de nuestro jefe.
Fueron varias veces y jamás las he platicado con mi compadre Millán.
No soy perverso y eso me pudo costar la chamba y la amistad del compadre.
Solo hablaré de ello cuando me lo pida Juan S. Millán y seré crudo para contarle los detalles que me callé en aquel entonces.
Puede que se dé el caso.
Entonces sabrá mi compadre, la clase de alimaña a la que considera su hermano o lo consideraba en aquellos tiempos.
Finalmente hay un Dios, que no deja ir de este mundo a nadie, sin que pague las culpas que debe y los daños que haya causado.
Pero gracias también a Dios que recuperé la amistad con mi compadre.
Luché a brazo partido para que llegara al gobierno y puse varios granitos de arena, convenciendo a gentes para que votaran por Millán en la interna y luego en la Constitucional y salimos adelante.
Jamás les pedí apoyo a los que dirigieron su campaña.
Por el contrario, me costó dinero andar de puerta en puerta en mi colonia de Culiacán del infonavit Solidaridad y con mis gentes y amigos en la ciudad de Los Mochis.
Mi pago fue el triunfo y el compadrazgo con Millán.
Mi dolor más grande, el alejamiento del Gobernador que duró varios años.
Hoy gozo de nuevo del aprecio de mi compadre, y espero que jamás vuelva a suceder un alejamiento por causas de la perversidad.
Esta navidad será más grata en mi hogar por lo que relato.
Mi hijo recuperó a su padrino.
Mi alma encontró la tranquilidad que jamás debí haber perdido.
Pero así son las cosas de la vida y siempre hay una segunda oportunidad.
Gracias mi Dios por concederme este acercamiento.
Tú sabrás darle el castigo que se merece el perverso y pervertido.
No lo dejarás abandonar este mundo sin que pague sus maldades y atropellos.
Eso no tiene vuelta de hoja.
Feliz Navidad a Juan S. Millán y su familia.
Hasta mañana.
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