Por Alejandro Gallardo
Aunque no sea en estricto orden del título en esta columna, todo tiene que ver con las reacciones impulsivas y aveces sin sentido que generan las redes sociales.
Lo sucedido este martes en Mazatlán, es un tema que llama la atención, por el fenómeno generado en redes sociales y la reacción casi automática de la gente ante tal hecho.
Hablamos de un impulso que no resiste explicaciones, ni cabe la razón objetiva.
Se trataba de un acto de injusticia que merecía la manifestación de la masa, qué como Gavino Barrera, “no entiende razones”.
Comenzó con la actitud discriminatoria de un supuesto extranjero (que no lo es) contra el trabajador de una empresa constructora quien degustaba sus alimentos en la banqueta de su domicilio.
Acto seguido, el dueño de ese hogar sale y le pide que se retire del lugar, aún cuando se trata de la vía pública, de la que no tiene pleno derecho.
El acto fue grabado por alguien que lo hizo viral en redes sociales.
La indignación no se hizo esperar, por que las redes son inmediatas y no resisten un análisis puntual.
A los usuarios, no les puedes discutir luego, que el discriminador no era extrajero, sino mexicano y que el motivo de su actitud, no justificada pero entendible, era producto de muchos agravios cometidos por quienes construyen junto a su domicilio con total impunidad, sin respetar a los vecinos.
Es más, no se sabe si los constructores, cuentan con los permisos requeridos.
Nadie en la dirección de planeación del Ayuntamiento, les pide que cumplan con acciones que mitiguen las incomodidades de quienes están en su entorno, tampoco tránsito municipal regula los sitios donde se pueden estacionar trabajadores y proveedores de las obras, que se paran frente a las cocheras vecinas.
Tampoco ecología impone sanciones a quienes dejan sus desechos en calles y banquetas de los alrededores.
La masa se va de largo e incluso cuando las consecuencias de sus protestas rayan en la ilegalidad, como es el caso del grafitti a la casa del no gringo y que en algunas experiencias anteriores llegan tener resultados fatales.
Hay que recordar hechos recientes como la muerte de 2 personas a manos de una señora adulto mayor, quien alegando la invasión de su propiedad a manos de personas, al parecer, alejadas de la legalidad, incurrio en un delito.
La invasion arbitraria de un bien, sin duda molesta y hasta genera impotencia, una impotencia que crece por la inacción del Estado.
Pero nada justifica adoptar medidas radicales que pueden desencadenar en la pérdida de la libertad o el señalamiento público, tal como son los casos que nos ocupan.
En síntesis, los espacios que deja vacíos el gobierno, los ocupará la sociedad, cuando se sienta agraviada.
Sin embargo, hay que decirlo, dónde está esa sociedad que atiende los temas de moda en redes, ante fenómenos realmente complejos, lastimosos y tristes, como lo es la inseguridad que nos tiene atemorizados. Contra la desapareción forzadas de niños, mujeres, jóvenes y adultos, a quienes sus familias esperan día a día, por que sólo salieron a la escuela o a trabajar, al ser víctimas de la delincuencia.
Cuando queremos ser solidarios hay que serlo, sin hipocresía ni modas en redes, sino tocando nuestro corazón, observando la realidad social. Una realidad mucho más compleja de lo que aveces se defiende.
Tal vez tocamos esos temas de manera algo genérica, pero amerita un estudio a profundidad de lo que son las redes, su impacto y las consecuencias.
PÁGINAS DE OPINIÓN EN BREVE
En muchos casos, lo que se ventila en redes, no comulga con la realidad. En otras, desnuda a gobiernos plagados de inexperiencia e improvisación.
Es el caso de las famosas palmeras en Paseo Claussen de Mazatlan, que fueron sacrificada por el equipo de la presidenta Estrella Palacios, por estar ubicadas en el camellon, donde lamentablemente perdieron la vida un par de participantes en la Semana de la Moto. Ya esa acción ha sido objeto de crudas críticas de los mazatlecos, por que ahora resulta que si alguien se estrella con una palma, hay que talarla. Igual deberían proceder contra postes de luz o de alumbrado, que se atreven a no esquivar a un motociclista o vehículo.
Más, los acuiciosos mazatlecos, han llegado a proponer que le retiren el agua al mar, para que nadie se ahogue.
Está en usted, estimado lector, proponer nuevas medidas para que nuestro salomónico y tierno gobierno, procure la seguridad de propios y extraños.
Al fin, se trata de que Mazatlán brille.
LA FRASE
Ignorar es una forma de matar, pero sin ensuciarse las manos.
Autor
Mario Benedetti.