Escrito por Silvia Castillo Romero
El neoliberalismo permeó las relaciones humanas, vivimos en una sociedad muy diferente a lo que era hace algunos años. Hoy todo es rápido, desechable, las personas sustituibles fácilmente, los vínculos no se reparan, se desechan, porque es más caro invertir tiempo y esfuerzo cuando no hay voluntad. Hoy es importante distinguir a los depredadores, de las personas que desean establecer vínculos sanos, basados en la reciprocidad, la equidad y por supuesto, el respeto. ¿Cómo distinguir unos de otros?
Los depredadores tienen prisa, es urgente tener contacto, llenar el tiempo, cubrir los espacios. Muchos de ellos pueden comenzar la relación amistosa o amorosa buscándote con frecuencia, tratando de crearte el hábito de sus mensajes y en algunos casos, llamadas. La diferencia esencial aquí, es que una persona interesada realmente en ti, sabe respetar tus tiempos, procura conocerte para que la interacción amistosa sea recíproca. No se dedica a hablar solo de sí mismo, se interesa en conocerte y no tiene prisa para ello. Una persona interesada en construir una relación, ya sea de amor o de amistad, sabe que eso lleva su tiempo y que la intimidad no se improvisa.
Hoy las redes sociales crean una falsa sensación de conocer a las personas, creemos que podemos saber algo acerca de ellas por el tipo de contenido que comparten, sin darnos cuenta de que muchas veces lo más revelador es lo que se calla, lo que se omite, lo que no se aclara.
Ojalá todas las personas que se acercan a nosotros, tuvieran la sana intención de establecer una relación recíproca, por el puro gusto de tener esa relación, sin dobles intenciones. La convivencia en sí, la charla, el compartir, debería ser en sí mismo, el disfrute, la recompensa. Pero esa mentalidad de libre mercado se infiltró en las relaciones humanas desde hace un tiempo y así, ante la disponibilidad de tantas personas para crear relaciones de amor o de amistad, parecería que muchos han creado un catálogo virtual para seleccionar: “esta persona para esto, esta otra persona, para aquello”; como si se pudiera disponer libremente de los demás para nuestros fines. ¿Nunca te has preguntado por qué surgen nuevas palabras basadas en la interacción en redes sociales para definir comportamientos en las relaciones humanas?
¿Por qué para la persona que se aleja sin motivo es tan sencillo poner su atención en otra cosa o en otra persona mientras tú quedas devastado? Sencillo, esa persona ya tenía una agenda trazada. La única persona que se relacionó desde la espontaneidad, fuiste tú. El día que dejaste de comportarte según lo esperado o que ya no fuiste útil, simplemente te descartó.
Te invito a revisar, a hacer un autoanálisis para saber si has caído en alguna de estas conductas sin darte cuenta. ¿Por qué es importante? Porque por un sesgo cognitivo tendemos a atraer a las personas que, o son muy similares a nosotros, o bien, complementan nuestros vacíos: “nunca se junta un perro con un coyote”, decían las abuelas. Y no se trata de repartir culpas, sino de asumir nuestra responsabilidad, de trabajar en lo que nos corresponde y soltar lo que no es nuestro; y si permitimos que esta moda en la manera de relacionarnos, nos alcance, no nos deberá extrañar que las personas también nos utilicen para sus fines, con las consecuencias que esto conlleva: la decepción y un corazón roto que nos lleve a generalizar, a echar todas las culpas en un género o en un gremio, en lugar de asumir el peso de nuestras propias elecciones.
Ojalá que la reflexión acerca de nuestros actos, se convirtiera en algo cotidiano. Ojalá que emprendamos un camino de autoconocimiento que nos permita identificar nuestros valores, adquirir hábitos de acuerdo a estos y actuar en consecuencia. Si respetamos el verdadero deseo de nuestro corazón, comenzaremos a identificar a las mejores personas para nosotros, pero para ello es importante conocernos a nosotros mismos, comprometernos con nuestro autoconocimiento y nuestra autogestión, tal vez acudir a terapia, o tal vez no; tal vez lo tuyo es la introspección a través de la lectura de libros, pero en todo caso se trata de buscar información acerca de lo que debería ser la empresa más importante: Saber quién eres tú, en dónde estás parado y hacia dónde vas. Si nos adentramos en nuestra autenticidad seremos capaces de construir relaciones basadas en la reciprocidad y el apoyo mutuo.
Silvia Castillo Romero actualmente cursa la Maestría en Conciencia Plena Aplicada, es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Ha colaborado en diversos medios como articulista en temas sociales y como periodista cultural. Ha sido docente universitaria y creadora de contenidos académicos; tiene estudios en psicología, filosofía, ciencias sociales, desarrollo humano, autogestión, dirección empresarial y proyecto de vida. También es actriz y productora teatral.
Directora fundadora de Quiénes Somos Hoy (Zapopan, Jalisco, México) donde crea y genera contenido con la finalidad de contribuir al análisis social e individual para fomentar el desarrollo personal, de la sociedad y las organizaciones.