PANCHITA
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
En alguna forma he hallado refugio en los ojos de extraños, quienes regalan una sonrisa al encontrarnos por la acera, sin saber quién soy, sin saber la clase de cosas que me perturban, las que me hacen entristecer hasta un punto casi trágico, las que me alegran los días, me desvelan y hacen que no quiera siquiera salir de mi casa. Esa sonrisa alivia en cierta forma; el saber que no estoy solo y no soy el único en esta clase de contrariedades. Tal vez el hecho de reírme de la vida a cada paso, implica lleve el jugo de la felicidad en todo instante. Igual que cualquiera, menos peor que muchos pero escudriño no llenarme de amargura, sino contagiarlos en ideas. Toda batalla se presenta en el terreno de las ideas y, cada uno asume la actitud para enfrentarlas. Es ir decidiendo con la sonrisa en la cara y buena vibra en el ánimo.
Ocuparse y no preocuparse, es un estilo en el vestirse. No siempre la gente contestara con una sonrisa pero el intento vale su peso en oro, ya saldrá esa sonrisa y la persona agobiada abandonara el preocuparse un menos poco o su rostro se mostrara agradable por ese instante. No todo lo que la hace feliz a la otra persona, le hace a usted por lo menos no hay que ser crueles imponiéndoles la felicidad para que contesten con una agradable sonrisa contagiándola de feliz y vacunándola contra la amargura. En ciertos momentos de la vida ocupábamos desahogarnos, llorar, gritar de felicidad sin poner tope o que alguien nos detenga. Siempre está por “Allí” alguien dispuesto a ser convertido en paño de lágrimas para escuchar y dar consejo. En la felicidad sobra escuchante, en la prosperidad amigos, en la pobreza nadie se acuerda que existes.
En ¿los amores? Tal vez no este del todo cuerdo por recordarla, mencionar su nombre en mis sueños. Esa que de joven nunca quiso saber de mí, pero el extrañarla con sus pláticas, llega en los sueños, no tiene ganas de marcharse para siempre y jamás regresar. Fue dura con todos, a nadie quería, los usaba, decía ser feliz, anhelaba la gloria económica en la vida. Se rodeaba de amigas semejante a ella, se veían felices los fines de semana briagas en los centros de baile ¿Extraña alegría, felicidad? No hay plazo que no se cumpla, ni vicio que no destruya, ni un minuto antes, ni uno después, así la vida cobra todo exceso.
Una joven etiquetada de egoísta con desequilibrio emocional, equivocada en sus valoraciones de libertad por las costumbres. Al final del día sola, inquieta en una lucha constante, desesperada por que la vieran triunfadora, feliz, encubriendo sus defectos, alimentando los demonios, desoyendo consejos, rompiendo esquemas establecidos al creerse libre por tomar decisiones juzgadas por los varones como malas, desafiando a las demás mujeres acomodadas en la costumbre. Expresaba tener sueños por cumplir a costa de lo que fuera o estuviera a su alcance, a costa de su propio cuerpo. Asentaba tener carácter fuerte pero no se respetaba, rompía con toda regla establecida de sana convivencia.
Por mi parte acepte los desprecios, continúe viéndola, respete sus locuras, la deje ser tal cual ella deseaba: A cambio me decía era su amigo de confesiones. La quería en silencio y no deseaba entrar en conflicto por hacerla cambiar de actitud.- Ella era feliz en esa forma, y, deje lo fuera. Si no me quiere con amor cuando menos estar cerca. Así, acepte la relación con tal de no separarme, por una migaja de felicidad. Dolía verla sufrir en cada descalabro, ellos la tomaban y soltaban después de su uso, una y otra vez. En la soledad confesaba que no era feliz, lloraba, renegaba en que nadie la quería por la forma en que se comportaba. Le pasaba el mal rato y, volvía a ser la misma. Cerraba el llanto y soltaba la carcajada, argumentando.- No, soy la mujer correcta, pero si la que hace de su vida un principio de libertad, no he encontrado el hombre correcto pero caerá, ya lo veraz.-Esos ojos que se comerán los guanos tarde que temprano, lo verán.
Extraña forma de reaccionar a los conflictos del amor, no puedo imaginar una noche ser besada, acariciada y por la mañana despreciada asumiendo ese asunto con una sonrisa. Ante ello evoco los momentos de su llanto cuando tiernamente me abrazaba ¿Extrañarla? si tenía ganas de entrar en su alma y borrar el dolor para que no llorara y siguiéramos juntos abrazados. Creí saber mucho acerca del amor. No sabía lo suficiente como para no equivocarme. Sin duda, era evidente que tenía que aprender que en eso, buscando refugio en las experiencias aunque veces no sirven de mucho. Vuelves a caer una y otra vez en los mismos juegos y trampas.