MUROS EN MÉXICO
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Estados Unidos, puede exportar todo tipo de productos incluidos las armas de acuerdo a sus intereses o cierran justificándose que lo hacen para protegerse de las mercancías del sur manteniendo sobre México una economía neo colonial. El gobierno Estaunidense que celebro la caída del muro de Berlín, quedo en el soltano guardado pero no ha dejado el ir por el mundo haciendo guerras en nombre de su libertad (Intereses). Hipócritas que en su discurso azuzan al mundo del peligro que representan los mexicanos, su emigración, limitar su llegada y negarles derechos.
Y así vemos cómo otros muros se han levantado, precisamente por aquéllos que dicen derribarlos o celebrarlo: el muro que separa al Sur de México, por orden de Estados unidos y sumisión del gobierno actual mexicano. Misma dosis aplicada al mundo por estados unidos con muros que oprimen a pueblos víctimas de invasiones como los de Gaza y Cisjordania, Sahara. En México hay también muros en las cárceles, donde van a parar delincuentes comunes por robos de poca monta, mientras los grandes ladrones de los paraísos fiscales son reputados ciudadanos.
Los muros de los desempleados de edad madura o jubilados del seguro social con 2 600 pesos mensuales (80%), para los cuales es imposible volver a trabajar, víctimas de empresas que los ponen de paqueteros en tiendas de autoservicio como su única opción sin beneficio a nada. Los muros de los prostíbulos, donde son esclavizadas mujeres bajo engaño y/o amenaza o fueron robadas a sus padres, traídas de países del sur con el engaño y la necesidad de sobrevivencia. Los muros de las casas que los bancos se apropian por sus altos intereses mientras muchas personas no encuentran vivienda que poder pagar y el Gobierno se lavan las manos, ante las amenazas de despachos tranzas, amigo o parienmte del mismo que gobierna.
Los muros de muchos jóvenes ante su futuro, hipotecado, con trabajo precario o en la ociosidad. Los muros de los que son desahuciados, los de aquéllos que tienen que recurrir a la caridad para comer.
Esta nación tiene ante sí el reto de derribar muros, todos los muros, y que florezca la libertad. La verdadera libertad, la de una vida liberada de la opresión y el miedo a la pobreza, la marginalidad, la enfermedad y el hambre. La libertad de organizar la economía según los intereses de la mayoría, y por tanto a través de lo público. En definitiva, la democracia no limitada a elegir. Una democracia llevada a todos los ámbitos, sociales, económicos y culturales. Que se expresa en la tolerancia a lo privado, sin discriminaciones por creencias o no creencias, sexo o preferencias sexuales, por la raza y el color, el idioma o la patria.
Sólo así puede el ser humano alcanzar una libertad digna de tal nombre. Con esta reflexión expresando mi deseo de profundizar en este artículo en una apuesta ilusionante de futuro para todos nosotros, que busque puntos de encuentro para todos, como gente noble, buena y trabajadora. El deseo de dejar una tierra mejor de la que a nosotros nos toco vivir. Una mañana donde no quepa otro argumento contra el otro que la palabra y sólo ésta, donde todo sea posible hablando, debatiendo, confrontando proyectos y materializándolos en democracia.
Esta apuesta sólo será posible con la participación y el compromiso de todos, ya que cada uno de nosotros somos imprescindibles. El futuro empieza hoy en el corazón de todos/as los que conformamos esta bendita y noble tierra mexicana, sean cuales sean nuestras inquietudes, convicciones políticas, creencias y trayectoria personal de cada uno hasta hoy.
Hagamos nuestra esta apuesta de futuro en los términos que cada uno crea conveniente y oportuno, pero hagámoslo entre todos y cada uno de nosotros, desde hoy con la inmensa semilla de amor, con la mirada puesta única y exclusivamente en el bien, acudiendo al consenso en todo lo que sea posible, etc.
Para empezar a caminar existirán múltiples enfoques y metodologías, todas válidas si van encaminadas al desarrollo de esta sociedad como una sociedad libre, plural y en paz. Por último decir que si todos y cada uno de nosotros encendiéramos una vela, en este México se haría de día y este pueblo noble, sabría afrontar este desafío. Pongamos todos lo mejor de cada uno de nosotros hasta conseguir una sociedad en paz, más justa y democrática en la que nuestros hijos puedan desarrollarse como seres humanos plenos.