PAZ INTERIOR
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
El amor por sí mismo, es la esencia matriz que invita a trabajar desde lo más hondo del ser, sin dejar a un lado el quehacer insoslayable de actuar con el pensamiento. Actuar sin alejarse de los sentimientos es el equilibrio perfecto, lo genuino, intuitivo razonado. Es lo que permite establecer las distancias verbales, los limites agradables, la orientación espiritual que converja entre la sabiduría y la ignorancia para tomar mejores decisiones desvinculadas de odios o rencores. Es entrar en un campo más sensible que unas simples lagrimas expresadas en momentos de miedo, nostalgia o despecho. Es comprender las causas de lo que somos y nuestra existencia, acciones, efectos deseables, dimensión alcanzar y acoger a los demás en su vasta diversidad y sentir.
En la vida hay que escribir cada quehacer con el corazón por delante para deliberar y actuar, construyendo el camino plagado de buenas acciones. Si eres capaz en escuchar la voz de la conciencia, podrá escuchar la voz del corazón de los demás y empezar a vivir la vida plena. Es un canto de jilgueros, un orar al Dios que ha puesto su fe, un poeta con su musa de amor.
Para escucharse, hay que vencer el miedo para hablar con claridad hacia el alma, y esa iluminación será el enemigo próximo a vencer o, por lo menos a enfrentar. Es necesario decirlo, el enemigo se llama ¡Pasión! Y, para avanzar se debe controlar, por ello hay que luchar hasta el último día en nuestra existencia.
La claridad equilibra el gozar de cada nueva lectura, deleitarse en cada cuestionamiento, regocijarse del caos interno, de la aventura. Afirmar el espíritu con el alma es disfrutar plenamente de nuestra vida; experimentar estéticamente para regocijarse de la existencia, aquí y ahora. Los humanos se matan por miedo, el poder es una de las drogas más fuertes secretadas por su organismo, una pequeña dosis estimula asesinatos, destrucción de culturas, pasar por encima de quien sea para lograr sus objetivos.
El ser humano abandona su camino en busca de la estética de vida porque: Cuando creía que sabía las respuestas a la vida, le cambiaron las preguntas. Tendría que leer desde otra perspectiva, otro ángulo, ensayar lecturas que antes no se había hecho, no solo con la razón y la vista, habría que leer con el cuerpo, con cada uno de los sentidos, leer con el oído es decir, aprender el arte de escuchar, leer con el tacto, leer con la piel y con las yemas de los dedos, con el gusto, saborear cada instante, con el olfato que le permite sentir aromas indescriptibles hasta comprender que ha olvidado el más grande de sus sentidos que produce la dicha.
El miedo no se vence, se conquista, quien actúa en la duda no logra romper el círculo que lo sujeta al mismo. Cuando el miedo esta encima no se detiene en nada al arrebatar sin importar el error con el que se procedía.- Es ser incompleto en decisiones. Torpe, plagado en falsas ilusiones. En presencia del miedo se pierde la cordura, la paciencia, brota el apúrate y hazlo como salga ya después veremos. Se empieza a tontear, se está convencido en que hay que hacerlo en forma inmediata sin reflexión.
Tener miedo es dejarse poseer estando estático, paralizado, ciego, dejando que las cosas sucedan. Solo se logra parir buenas acciones cuando se controla el miedo, se deja de lado la incertidumbre, se admite la aventura en tierra desconocida. El principio es quiérete a ti mismo, de ahí surge la molestia del sin aprecio, el efecto de odio, la insatisfacción para con los demás. Es la primera necesidad básica a vencer para desde ahí crear el ambiente interno posible, libre de opresión fundada, de competencia o rapiña innecesaria.
Cada que actúa desde la soberbia: Aleja de la verdad al no preocuparse en herir aquellos cuya amistad o cercanía los hace presa de un rechazo irreconciliable. Hablar desde una humildad interior es útil a quien lo hace, le favorece en su relación, ahuyenta el odio, acerca los intereses mutuos y cuida la procuración en ventajas compartidas.
Quien camina en contrario daña, aproxima desgracias, arma su mente en espíritu destructivo para que su lengua aplique la lucha. Ante este ser, nadie se atreve a hablar con la verdad, lo hace en su ausencia. Un espíritu envenenado se basa en el engaño premeditado, dice lo que no es y asegura hablar con la verdad, ser sincero, sin pasión.- Miente en su sentir. Maneja la hipocresía, se disfraza de verdades a medias, no respeta a los demás y evita amistades para no sentirse comprometido con la justicia, la razón y los sentimientos que dicta su alma.