Ulises Milán
Mazatlán, Sinaloa; Muy buen día estimados lectores, de nueva cuenta aquí estoy escribiendo para ustedes y deseándoles como siempre que cumplan todos los sueños y metas en su vida. ¡LES MANDO UN ABRAZO, ANIMO!
´’Es un oficio que hemos de aprender; la ciudadanía”; Manuel Gómez Morín. Informe de la VII Convención Nacional del PAN el 25 febrero de 1949.
La columna pasada escribí sobre el tema de la gobernabilidad municipal y su funcionalidad en la estructura de poder, a través de la representación ciudadana y la fuerza en pro o detrimento que esta genera en el cambio democrático.
Quiero partir con lo anterior, para hablar del tema de una nueva vocación por la democracia donde el eje central es el ciudadano. ¿Por qué? , es sutil el cuestionamiento ante una demanda creciente de “representatividad” la cual en México se debilita y la parte natural de su funcionalidad pierde elementos ante la debilidad institucional.
Una prueba de ello es el municipio, su administración; como lo mencioné la vez anterior respecto a su forma de realizar su labor ante la sociedad.
1.-El Gobierno Municipal (autónomo y garante de los derechos de los ciudadanos que representa). No una minoría – mayoritaria.
2.-Sociedad (como un regulador para partir de lo esencial a construir la política pública de forma horizontal).
Es tan importante plantearse un nuevo esquema de hacer política no solo en el discurso, sino con una agenda pública municipal que venga emanada de un diagnostico complementado de los diferentes ejes que forman parte económicamente, estructuralmente y socialmente de las localidades municipales. Hasta hoy tenemos Gobiernos Municipales como el de Mazatlán u otros como en el sur de Sinaloa, Escuinapa, El Rosario, que no implementan su Plan Municipal de Desarrollo como un apéndice de lo que debe hacer un equipo administrativo en el gobierno.
Hay que admitir, que hay esfuerzos pero no una planeación por ejemplo de calidad en las áreas que conforman el gobierno municipal, en la mayoría de los casos existe una desorganización y una falta de claridad de ¿qué hacer? En las direcciones que conforman los distintos Ayuntamientos.
La nueva vocación democrática debe venir acompañada de un fortalecimiento en la Agenda Municipal y en el espacio de la ciudadanía en el gobierno, este último no logra ser un elemento sustancial en las decisiones de la colectividad; sin embargo su presencia en cabildo, en reuniones de gobierno que son públicas, en eventos de cualquier dependencia del Gobierno Estatal o Municipal donde participe la sociedad como constructora, garante de una secuencia de política pública sería entonces el parámetro para empezar a medir que tan efectiva es la participación social en la agenda municipal.
El gobierno local no está acostumbrado a un acompañamiento para la rendición de cuentas o en la planeación de programas a ejercer con el dinero público.
Una premiosa urgencia es la que hoy se posiciona ante la crisis de representatividad política hacia los ciudadanos; el municipio solo es el engrane de un fortalecimiento de federalismo municipal al cual hay que consolidar. En México hay mucha disparidad en las regiones dónde se genera el crecimiento económico a través de la inversión pública y otro crecimiento claro que se da por la inversión privada.
En este contexto, los actores son relevantes y su llegada al poder también, así como la construcción de la identidad de gobierno en el tiempo establecido para su gobernanza. De ahí la mayoría representativa que avala “la idea” del mandatario municipal; más no significa que sea la ideal para resolver el o los problemas de la comunidad. Pero en efecto hay un poder otorgado al gobernante para realizar cambios en el entorno al que las mayorías desean mejorar para su calidad de vida.
Aquí es dónde está uno de los grandes conflictos, por la amplia diversidad o la poca aceptación de su plan de gobierno, si es que lo tienen.
La fortaleza del municipio es el ciudadano entendido como la mayoría que va ser representada en la acción de gobernar y elemento activo para respaldar las decisiones, y convertir una agenda política en una agenda municipal con propuestas ampliamente socializadas y debatidas entre los distintos actores; no solo los económicos si no precisamente aquellos amplios márgenes poblacionales que han ido expandiéndose y que son auspiciados por el crecimiento demográfico a enfrentarse a una democracia municipal endeble debido precisamente a una falta de recursos y elementos como una propia agenda local que sea emanada de un trabajo en conjunto.
La tarea de gobernar no es fácil pero lo es ética y moralmente necesario, cuando una de las variables como la confianza se pierde entre gobernante y gobernado para así llegar a un confuso sistema que no se entiende como plural en los beneficios que son aplicados en políticas públicas municipales o en decisiones locales de parte de quien ostenta el poder; en este caso el Presidente Municipal.
Nueva vocación democrática es dejar atrás el pasado y postular un municipio cimentado en la participación ciudadana y política a través de los partidos políticos como uno de los principales actores en la gobernabilidad de una federación que cada vez es más fragmentada por el poder que hoy ya ha tomado matices extenuantes del reflejo de una sociedad abandonada “desilusionada” y una clase corrupta “fruto del viejo y continuista régimen pos-revolucionario”.