MUJER
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Ni siquiera voy a echar mano del siniestro recuento de víctimas de la violencia de género en lo que va del año. Me voy a limitar a describir cómo se las gastan los machos cuando, en sus arrebatos de cólera y de quién manda aquí, echan mano de la fuerza bruta para poner en su sitio a su pareja. Madrugada del viernes o de un sábado cualquiera, en una casa, en un lugar del cual no quiero acordar, un hombre y una mujer discuten en su domicilio, sube el tono y se escucha la caída de un cuerpo.
Los vecinos, como suele ser norma, oír y callar, que nadie quiere líos. El energúmeno, en el fragor del altercado, agarró a la mujer del cuello y le arreó un puñetazo en la boca que le saltó varios dientes. La víctima se arrastró hasta una habitación donde, desesperada, se cortó las venas. No se sabe si arrepentido o asustado, el mala bestia le medio vendó las heridas y la metió en el coche con intención de llevarla no al hospital sino a casa de sus padres. Ahí se las dejo suegros ¡No quiere entender, quien manda! Y la abandona como si fuera un paquete. En el mismo instante otro la deja tirada en un monte, en un bordo de carretera. Así es y así lo cuento.
La realidad social, laboral y política sigue manifestándose como un espacio en que el dominio de los hombres reproduce una y otra vez el clima de discriminación, desigualdad e injusticia en el que las mujeres sufren la peor parte. Siguen siendo víctimas de la violencia de género; siguen teniendo menores oportunidades para incorporarse al mercado laboral, siguen incorporándose a él, en los peores empleos, menos retribuidos o en las condiciones más precarias; siguen cargando con el grueso de las tareas domésticas y el cuidado de las personas…
Y todo ello con la aceptación interesada o, cuando menos, con el silencio cómplice de la sociedad. Las leyes no sólo deben proclamar la igualdad, también deben establecer los mecanismos necesarios para asegurar su igualdad y libertad, pero ello no será posible si no se acompaña con la asunción efectiva de la cuota de responsabilidad que corresponde a los hombres. Conseguir la igualdad exige un ejercicio de autocrítica de la sociedad en su conjunto y una disposición de los hombres a perder los privilegios que otorga la discriminación, dejando atrás prejuicios y colaborando de forma activa en la realización de personas iguales.
Las farmacias y empresas farmacéuticas han tenido profundas consecuencias en la vida y en la salud de las personas. Por un lado, el descubrimiento de nuevas drogas facilitó progresos significativos en la terapéutica de muchas enfermedades; por otro lado, la transformación de los medicamentos en mercancía común dentro del mercado de consumo, mediante anuncios en T.V.
Hizo que su demanda fuese estimulada artificial e intensivamente, con el resultado que presenta, ocasionando graves problemas, ya sea respecto a la seguridad y eficacia de los fármacos, y respecto a las prácticas de consumo sin receta médica. Las razones por las que las mujeres son prescritas el doble de veces con fármacos se debe a la facilidad con la que se auto medican ya que la depresión y ansiedad parece serles más común. Se argumenta el hecho de que es menos probable que las mujeres puedan controlar sus malestares con actividades fuera de casa consumiendo alcohol en uso social.
Ellas presentan problemas especiales como el embarazo, lactancia, cuidado de los niños y síndrome premenstrual. Es posible que los médicos al ser visitados tengan la necesidad de asumir un rol paternalista valorándolas a las mujeres como débiles, vulnerables y emocionales dando pauta a recetar por recetar. Otro factor que influye es que a ellas la sociedad les permite expresar sus sentimientos y a los varones se les critica con clichés ¡Los hombres no lloran! Ellos están menos dispuestos exponer sus alteraciones emocionales, tendiendo a rehuir conversaciones en donde reflejen alguna debilidad.
Las mujeres consumen fármacos para los “nervios” en un 81.1%, no así los hombres, que solo lo hacen en un 40%. Las casadas mayores de 45 años con problemas de ansiedad y depresión, en pre menopausia y la reducción de responsabilidades en el hogar.
Llama la atención las estadísticas que el 64% de las personas que trataron de suicidarse (Hacen como que se suicidan), son mujeres, cuya edad es de 37 años y casi la totalidad de ellas tiene formación académica. Más de la mitad vive con la familia. En cuanto a la situación laboral, más de la mitad en el momento que quería suicidarse no tenía trabajo, la mayor parte dijo tener problemas familiares, otras con problemas económicos y vivienda. ¿En las manos de las mujeres esta el futuro del mundo? En el vientre de una mujer el nacimiento.