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Filosofía marismeña

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NAVIDAD

MDH Ramón Larrañaga Torróntegui

La gran ironía de la navidad, es la aparición del niño económicamente útil pero emocionalmente olvidado, nos han modificado el mundo infantil, el significado sentimental, lo religioso. El nuevo ideal es el niño bañado en juguetes exclusivos, el joven de marcas finas dejando al margen lo afectivo, emocional. Ignoramos el papel de su creatividad, su sentir, nuestra argumentación. Navidad comercial nos lleva a regalar cosas gastando el dinero que podríamos ocupar en cosas útiles y compramos simplemente porque así creemos complacemos. En la mayoría de las ocasiones lo obsequiado ni siquiera se ocupa.

No es malo dar regalos, lo importante es saber lo que la otra espera le sea regalado, lo útil y divertido del mismo. A todo padre le tranquilizaría la certeza de que sus hijos sabrán arreglárselas cuando ya no este, por ello hace todo lo necesario para ver antes de partir el sentido de madurez que van logrando. Lo que los hijos necesitan es que hagamos lo posible para que no nos necesiten. Esta es la función de padres.

Hacemos varias paradas en el tren de vida de los hijos: Cuando recién nace, luego a la escuela, inicia su adolescencia, termina esa etapa, comienza a no llega a dormir, tiene su primera novia (0), se casa, se va a vivir con una pareja y le entregamos su patente de adulto asumiendo que ya es independiente, no tiene que pedirnos permiso para hacer lo que le dé su regalada gana. Como padre debes  saber que ese momento llegara y hay que estar listo para su partida. Vendrán los encuentros esporádicos y alguno de ellos es la navidad, año nuevo, bautizo de sus hijos, pero todos sin la obligación y sin la obediencia de hijo. Encuentros espaciados que hay que llenarlos de amor.

El momento más feliz de nuestra vida es cuando tenemos entre las manos al  hijo que llega con la esperanza en que permanezca unido toda su vida, es el encanto de una nueva vida que se renueva, un deseo profundo que no se puede ocultar al ser parte de nuestra trascendencia. El dulce comienzo del nacimiento de amor el cual quisiéramos alargar pero aprendemos que la vida es prestada y las circunstancias se encargan en determinar su tiempo. Nace con ellos su sonrisa, primera palabra, ocupación, ilusiones que van dando sentido porque los amamos y nos aman hasta ser tan independientes que pensamos ya no podemos hacer nada por ellos. Inicia nuestro silencio ante sus actos, el abrir de su corazón ante nosotros y, esconder sus secretos. Es fuente de vida que nos acompaña por siempre.

Lo que hace feliz es  jugar directamente con el niño, a él no le interesa el costo del juguete, su valor es verse atendido, esa es su felicidad, es la inter acción que no cuesta nada y está al alcance de todos. Lo importante es acostumbrarlos a ello, que su atención está puesta en ese momento el cual disipa su aburrimiento. Recuerde que la vida, la niñez y la felicidad son fugaces, sino damos hoy, se va. El adulto recuerda los pequeños momentos en que compartió el juego con sus padres y olvida los juguetes que le regalo. Es una experiencia perdurable. Es el recuerdo de una verdadera navidad, su mayor experiencia. Entre mayor sea el numero de juguetes que usted regale a un niño, menor será su uso y además lo volverá menos creativo, más distraído, exigente, soberbio, ego centrista, menos atención nos prestara y menos lo atenderemos como padre, ni uno ni otro se enfocara en lo importante del vinculo.

Por mucho que se piense lo contrario, los años no paran, los hijos se alejan, se deja de escuchar su risa, solo queda el recuerdo y esperarlos en navidad. Olvidan los buenos momentos y es probable ya no los recuerden si no viven cerca o no son motivo principal en su preocupación. Ignoran o no hacen caso en  ir a visitarlos. La edad pesa mucho desde dejar de pasear, la casa, su estado financiero, gente que los engaña defraudándolos al verlos desamparados

No todo en la vida es igual, las experiencias tampoco lo son, es por ello que hay que enfocarnos en ese resultado placentero. Sentir la fiesta en el corazón de un hijo, es olvidar los problemas, dar un paso hacia su plenitud. Ese debe ser el propósito, el sentido con realización y el significado encontrado. No hay tiempo, la felicidad es bondad en amor, es tiempo de calidad, útil, satisfactorio. Es un tiempo no solo para quien tiene dinero y compra regalos sino de inspiración. Es grato caminar por la calle y obsequiar una cosa a quien lo solicita de modo que está en cada mano dispuesta a dar sin esperar nada a cambio.

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