AUMENTO EN IMPUESTOS
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Por distintos motivos las personas estamos molestas y hasta rechazamos cualquier impuesto que nos golpea las vísceras en lo más sensible. Las voces populares se dejan escuchar en esa batalla impensable contra el gobierno y su política recaudatoria. Lo que se escucha es la queja contra el Estado. Claro, que nos gustaría escuchar que se va a reducir el impuesto sobre el salario.- Seria genial. Sobre todo que la población asalariada ya está pagando los impuestos en todos los productos y servicios y no se tiene por qué seguir pagando doble, pero a pesar de que la queja ¡No! sea entendible, jamás el estado dejara una entrada.
La voracidad incrementa la presión tributaria efectiva sobre una economía que ya da signos de estar exhausta y un trabajador indefenso. Un gobernante simpático cuando escucha las quejas, pero implacable cuando manda su lista recaudatoria al congreso. Somos condescendientes cuando alguien llega y fácilmente nos convence que se hace necesario aumentar impuestos para hacer obras productivas o simplemente cuando quiere lograr una obra. Manda personas a cerrar la calle y de esta forma logra la justificación de la obra que en múltiples ocasiones solo beneficia a personajes dudosos.
Así, el Gobierno ha terminado destinando cientos de millones de pesos a financiar a movimientos sociales que en muchos casos son en realidad partidos políticos y grupos de choque manejados desde el Estado y por eso no han construido todas las casas ni creado todos los puntos de desarrollo que en su discurso usan como excusa para justificar las transferencias de dinero.
Parece idílico que el Estado en cualquiera de sus niveles incremente sin límites el gasto público, pero no nos preocupamos por el rendimiento de ese gasto y su inversión en obra productiva generadora de empleo permanente. Piense en el aumento del gasto salarial de la última década y mídalo en los servicios que ha recibido a cambio: es, tal vez, el mejor ejemplo de este descalabro programado en contra del bienestar familiar.
Es un falso progresismo, que termina en gente pobre subsidiando a gente más pudiente que gana salarios altos, por dar sólo un ejemplo. Encima, terminan destruyendo la economía del mismo estado y a las empresas privadas que no cuentan con línea familiar hacia el estado quedando fuera de la competencia porque no gozan de los mismos irracionales subsidios. Si usted se hartó de que le hagan pagar las fiestas de otros, la próxima vez que le propongan una medida “sensible-solidaria-simpática-progresista-popular”, piénselo mejor. Dude.
Hay muchas cosas que valen la pena financiar entre todos. Pero, si usted quiere dejar de ser un ciudadano inconsistente, le recomiendo: Primero, distinguir entre gatos y ratones. Segundo, saber que no se puede financiar todo, que hay que priorizar. Tercero, asumir que la irresponsabilidad de un gobierno, lo va a tener que pagar usted, de una u otra forma. Exigir que no le despilfarren el dinero en estructuras ineficientes, que no se lo desvíen a financiar a las facciones políticas gobernantes y que rindan cuentas.
El estado mexicano continúa por la senda del déficit financiero, dentro de poco será demasiado tarde y caeremos. El problema es el estado mismo quien está agravando nuestros problemas mientras el gobierno vive años de bonanza y despilfarro con nuestro dinero, sin que la sociedad le ponga un alto y sin darnos cuenta de sus gastos. La campaña está en puerta y con ella los grandes saqueos, robos, podredumbre que saldrá a flote como se ha registrado siempre. Cada sexenio es productor de nuevos millonarios. Se burlan del pueblo que vive en la miseria y la ignorancia.
Los funcionarios están hechos de una pasta y una conciencia fácilmente corruptible y la población no está preparada para investigar lo que sucede ni para castigar los robos de que es permanentemente víctima. ¿Gigantescas residencias? Son símbolo del poder, los palacios de gobierno, tanto en el feudalismo como en el capitalismo; que fueron y son construidos en grande y a gran altura para que la pobre población aprenda bien en dónde reside el poder y dónde habitan los poderosos que ordenan y manda. A los políticos no les preocupa ser descubiertos en sus palacetes.
Son personajes que se hacen millonarios en unos cuantos años, que viven tras enormes murallas y rodeados de coches y otras cosas, pierden totalmente su identidad porque actúan siempre tratando de conservar y agrandar sus propiedades. La autentica izquierda criticaba esta acción defendiendo a los explotados, oprimidos su contradicción llega con los nuevos dirigentes de los partidos los cuales no enraizaron su ideología y son exhibidos con propiedades y privilegios mientras los pobres a los que dicen representar se desesperan en la miseria.
