ACOSADAS
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
El trabajo las hace sentirse útiles, realizadas, dejando atrás la vanidad en ser un adorno inútil o, mueble usable en el hogar. Los absurdos hombres continúan lanzando acusaciones en su contra al considerarlas objetos suyos. La mantenía aislada, ignorante y a su servicio. Ahora que está capacitada ya no acontece igual. La mayoría de mujeres continua en situación desfavorable frente al hombre en materia laboral, aunque las leyes determinan que son iguales a trabajo igual; salario igual; esto no es más que mera ilusión y muchas de ellas se ven asediadas, obligadas por el jefe por miedo a ser despedida.
Perciben sueldos bajos, y cuando se incapacitan por maternidad el patrón no les paga la compensación al tenerlas registradas ante el IMSS con salario menor, igualmente la mayoría de mini empresarios (Empresas familiares) las consideran de mentalidad inferior. Las amedrentan, abusan y si alguna lo denuncia las juntas de conciliación y arbitraje no les resuelven en diez años la demanda.
Esto no es más que los caminos torcidos de Dios, o la novela de los miserables de Víctor Hugo. La mujer ha entrado a la modernidad laboral desencadenándose en ella la ansiedad social, la timidez y la inhibición y esto podría pensarse proviene de bases genéticas lo cual aun no ha sido aclarado, sino única y exclusivamente mencionado. Lo anterior lleva a la mujer a que se le produzca trastorno psicológico, funcional. La transporta al consumo de sustancias en busca de bloquear el estrés venciendo la vergüenza y la timidez tratando en superar la inhibición ante el trato de los hombres en el trabajo y en cierta forma desencadena manías.
A veces se comportar desvergonzada tratando de imitar a los hombres, y sus implicaciones hacen que surjan las actitudes de perversión bajo la forma de inhibición y exhibicionismo siendo una postura con insinuaciones creativas que no corresponden a su rol, tomando la forma de obscenidad, notándose en la mujer como algo innatural dentro de lo que es una dama y un encargado. Se ha demostrado que las mujeres están, por razones de índole cultural, más predispuestas que los varones a reconocer la presencia de enfermedades buscando consejos, para sus trastornos.
Estudios recientes indican igualdad en trastorno mental en varones y mujeres, aunque las mujeres consultan más por trastornos depresivos y ansiedad, y los varones por mayor abuso de sustancias y actitud antisocial de su personalidad. Ambos responden al estrés, en donde las mujeres tienen mayor responsabilidad en virtud de que es, la que queda embarazada, la que atiende al marido y, a los hijos. No es que la mujer se enferme más, sino que es más consciente de su salud.
Ellas cuando se sienten mal.- Lloran.- Expresar su malestar, se quejan, traen cara de tristeza. Sin embargo, los varones demuestran el malestar enojado. Los varones tienden a salir y usar el alcohol para enfrentarse al estrés, mientras que las mujeres tienden a estar en casa y usar tranquilizantes. Los varones se oponen al triunfo de la mujer, supone lo humilla. “la docilidad por hambre no tiene nada que ver con el amor”. Cuando se hace sentir la falta de trabajo y se habla de resolverlo no falta quien proponga que la mujer regrese a la casa para que el trabajo alcance para todos. Se argumenta que desde que la mujer salió a trabajar se perdió la familia y que ella es la causante de la crisis que se está viviendo.
El fracaso familiar no puede taparse con un dedo, así como el desastre por la liberación económica y la pérdida de la espiritualidad en la sociedad de consumo. Los hijos contra los padres, los hermanos que se odian, la sociedad de los injustos, quedando atrás el ser mejores padres, mejores hijos, mejores hermanos en la búsqueda de exaltar la corta vida terrenal.
La gente arrastra sus odios, oculta sus descontentos y anhela nuevas esperanzas. Afortunadamente cada día son menos los que reniegan de que la mujer trabaje y son cada vez disminuyen los que creen que el que paga manda en el cuerpo de ella. Ahora que la mujer trabaja también tiene para pagar, se quedaron atrás las mantenidas, obedientes, las que esperaban la caridad del marido como si fuese prostitución moral dentro del matrimonio.
Aquellas que por una migaja se les compraba la conciencia, quedo atrás la oposición de que las hijas estudien y hagan lo que mejor consideren conveniente; aunque lo inconfesable es la realidad de que las mujeres siempre han trabajado más que los hombres y nunca se les ha reconocido paga alguna por la hipocresía de las costumbres mexicanas. Afortunadamente ya quedo aquel infame tiempo de costumbres deshumanizante en donde Concepción Arenal, Sor Juana Inés se veía precisada a escribir con seudónimo de hombre para que le publicaran.