CÁNCER EN SINALOA
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Empresas, fábricas y gobierno explotan el suelo como si no hubiera mañana. Desde el surgimiento de la agricultura, cuando el ser humano ya no dependía de la fase recolectora y extractiva, se trató en domesticar la naturaleza, ponerle límites, desviar su curso, girarla hacia el lucro. Construimos presas, reducimos el espacio de playa, rompemos la oscuridad de la noche, hacer volar aviones. El estado mexicano se convirtió en el mayor empleador de agro tóxicos en el cultivo de alimentos. Nuestro país consume cerca del 20% de los pesticidas que se tiran en el mundo. Millones de litros por año se añaden el drama de que se autoriza el uso de las substancias más peligrosas, prohibidas en la mayor parte del mundo porque causan daños sociales, económicos y ambientales.
Los estudios científicos comprueban el impacto de esas substancias en la vida de los trabajadores rurales, consumidores y demás seres vivos, revelando cómo desarrollan enfermedades tales como cáncer, trastornos neurológicos y malformación fetal, entre otras. Aumenta la incidencia de cáncer en los niños, los pesticidas alteran el DNA y causan carcinogénesis.
El poder de las transnacionales que produce agro tóxicos (una docena de ellas controlan el 90 % de todo lo producido en el mundo) permite que el sector garantice la autorización de dichos productos dañinos, a pesar de haber sido prohibidos en sus países de origen. Las autoridades mexicanas otorgan permisos para el uso de estos pesticidas sin tomar en cuenta los estudios existentes en cuanto al daño que ocasionan estos venenos al combinarse y mezclarse en el ambiente, el agua, peces, plantas, seres vivos, seres humanos y que a lo largo de los años podemos verificar con el aumento en números de casos de cáncer. Es insostenible que estemos negociando salud por alimentos y que tratemos de justificarla creando más hospitales oncológicos. Al contrario, los costos sociales y ambientales son incalculables.
Por cada peso gastado en la adquisición de pesticidas, se gastan dos pesos en cuidados médicos necesarios. Cuenta que pagamos entre todos. El suelo mexicano se ha desequilibrado al ignorar los daños y la mutabilidad que esto produce en los seres vivos, así como el clima, el aire y el ambiente, haciendo que las áreas utilizadas se degraden con el transcurso del tiempo. Y crece porque se siguen incorporando nuevas áreas, aumentando la destrucción ambiental y el éxodo rural. Es imposible garantizar la calidad, la seguridad y el volumen de la producción de alimentos dentro de ese modelo degradante. No hay cómo incentivar el uso correcto de pesticidas.
Eso no es viable en un país como es México, en que el calor hace que las ropas y equipamientos de seguridad, necesarios para las aplicaciones, se conviertan en una tortura para los trabajadores. Hay que buscar una solución en la transición agroecológica, o sea en el cambio gradual y creciente del sistema actual a un nuevo modelo basado en el cultivo orgánico, manteniendo el equilibrio del suelo y la biodiversidad, y redistribuyendo la tierra en parcelas menores.
Unas 300 mil toneladas de plaguicidas, herbicidas e insecticidas, principalmente de origen piretroide contaminan suelos, ríos y canales y se aplican más de trece millones de litros de agroquímicos al año, y por el uso de estos productos, se generan al año alrededor de 800 mil toneladas de envases vacíos; además, en la preparación de cultivos se emplean también entre seis y siete mil toneladas de agro plásticos como rafias y cintillos, unas 300 mil toneladas de envases de plásticos y agro plásticos, no reciben ningún tratamiento y contaminan el agua, el suelo y el aire, pues son tiradas por los agricultores a ríos y canales, enterradas, o simplemente incineradas en los campos)
Eso facilita la rotación y el consorcio de culturas, el combate natural a las plagas (Mutante/resistente) y el rescate de las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza, priorizando el clima y las especies locales. Hay que luchar por la vida con medidas concretas ya que si bien es cierto es muy importante producir alimentos también lo es, el hecho de cuidar la vida de los seres vivos para que el beneficio que se genera no cause el daño que ocasiona, y convertirnos en un territorio en que la producción de alimentos se realice con dignidad social y en forma saludable.
La otra opción es seguir engañándonos con los falsos costos de los alimentos, envenenando nuestra tierra, mar (peces, plantón), reduciendo la biodiversidad, promoviendo la concentración de la riqueza, la socialización de los perjuicios y la creación de hospitales especializados en el tratamiento del cáncer, tal como sucede actualmente, donde se multiplican los casos de esa gravísima enfermedad debido al cultivo tóxico del frijol, del Maíz, tomate, Jamaica, sorgo, la caña etc. Los pesticidas llegan a ríos, playas, afecta al turismo. Encontramos bolsas de plástico, latas de bebida, mugre por doquier.