DROGAS EN ESCUELAS
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Aprender implica una relación dinámica entre profesores y alumnos siendo importante el ambiente de la clase, la dinámica de las relaciones sociales entre los estudiantes, el entorno de la escuela, sucesos importantes que ocurren fuera de clase, etc. Para nuestros fines, llamaremos “oportunidades” a los factores que facilitan o impulsan la educación sobre drogas y “obstáculos” a los factores que la dificultan. Las oportunidades para un maestro: Por ejemplo si el periódico del día trae un reportaje sobre un famoso que ha tenido un accidente relacionado con el alcohol, sería un buen momento para comentarlo. Las oportunidades pueden surgir de conversaciones no relacionadas directamente con el alcohol u otras drogas, o de las preguntas o problemas que les surgen a los estudiantes.
Es importante tomar conciencia del papel que juegan nuestras propias actitudes, creencias, valores y experiencias a la hora de impartir educación sobre drogas, dado que la forma en que enseñamos afecta al resultado en los estudiantes.
Hay evidencias de que el alcohol, y la marihuana pueden actuar como “drogas iniciales” para algunos estudiantes hacia las llamada drogadicto como el foco, la heroína o la cocaína. La identificación precoz y el tratamiento pueden ayudar a evitar esta evolución. Una preocupación constante y latente es el alto consumo de alcohol por parte de los estudiantes desde el nivel Secundaria, bachilleres y los Universitarios. Los estudiantes que se consideran sanos, se quejan de los profesores quienes en su sermón de la montaña, los implican como si todos fueran culpables y cuando llaman a sus padres los sientan en el banquillo de los acusados ocasionándoles preocupación por esta acusación sin sustento y en su lenguaje expresan ¡Pa, que se asusta el ruco, si el, se la pasa de pedo con sus amigos cada fin de semana!
Los profesores deben ser cautos a la hora de sacar conclusiones sobre un posible consumo de drogas. Al mismo tiempo, no es esencial que los profesores estén completamente seguros del consumo de drogas de sus alumnos antes de buscar ayuda. El papel de los profesores es ser sensibles a la posibilidad de que haya problemas relacionados con las drogas, y buscar la ayuda apropiada (cada vez son más los incautos que caen en las redes de la degradación, aunque se grite con furia los centros nocturnos serán los focos de contaminación juvenil).
Los expertos opinan que debe observarse el comportamiento de los estudiantes antes de juzgarlos y consideran una serie de elementos que pueden indicar un consumo reciente de alcohol u otras drogas, como: Olor a alcohol, drogas o inhalantes, marcha inestable, si esta agitado, somnoliento, modorro, hiperactivo, débil, se desmaya, presenta mareos, se tropieza con las cosas, se queja de que le duele el cuerpo, se siente enfermo, anda malhumorado, trae depresión constantemente, confusión, problemas de concentración, pérdida de peso brusca, alteraciones del sueño, cambios significativos en los amigos, cambio significativo en el aseo personal y en la imagen, deterioro del rendimiento académico y de las relaciones con los demás, ausencias. Retrasos escolares, pláticas relacionadas con el consumo de alcohol y drogas, si trae en su mochila papel para envolver marihuana, jeringas etc.
Ricardo, de 13 años, (primero de Secundaria), ha mostrado un marcado cambio de actitud, ha sido reportado por no atender las tareas y parece bastante atolondrado durante las clases. Francisco de, 14 años, (segundo de Secundaria), le ha confesado a sus amigos en el receso que es consumidor de drogas, y le pide que no se lo digan a nadie. Alejandro, de 15 años, confiesa que su mejor amigo de la Secundaria bebe muchas cervezas el fin de semana y siempre llega crudo los lunes.
Rosa, de 15 años nunca llega los lunes a clase y cuando se le ha esculcado la mochila trae cigarros y un encendedor botado de la mecha, el cual parece se usa para quemar droga con un foco. Fernanda, de 17 años, dice que hace años que toma tranquilizantes para adelgazar y para dormir y le echa la culpa a que cuando sale con sus amigas a bailar consumen vino y cigarros al por mayor. Ángel, de 14 años, dice que él era el payaso de la escuela y que desde que comenzó a consumir drogas todos sus compañeros lo respetan y le tienen miedo aunque a veces en su casa le notan que trae la pupila dilatada, pero los engaña diciendo que es irritación por la contaminación.
Es importante no llegar a conclusiones sobre el consumo de un alumno basándose solamente en sus propias observaciones. Debe intentar corroborarlas hablando con el joven, con otros profesores actuales o anteriores, o con el psicólogo escolar. Y si esto se confirma se debe hablar directamente con el alumno estableciendo una buena conversación es decir sin degradarlo. Debe procurar que se sienta lo suficientemente seguro para hablar.
La mayoría de los jóvenes que consumen drogas estarán a la defensiva y no desearán abrirse porque esperan recibir una respuesta de desaprobación o un juicio moralista. No se debe mostrar ninguna de esas reacciones. Permita al estudiante marcar el ritmo y sacar sus propias conclusiones. Los estudiantes que tienen, o están en riesgo de tener problemas relacionados con las drogas, suelen tener baja autoestima. Muchos adolescentes están rodeados de mensajes negativos.
Es vital dar a los estudiantes el mensaje claro de que serán tratados como personas, no como niños, o como escoria social. Los estudiantes requieren urgentemente calidez, empatía, sinceridad y respeto que sean escuchados en donde el mensaje de los padres, maestro debe coincidir con una muestra de interés sin prejuicios.