Discurso chillón
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Un lambiscón con micrófono, es igual de peligroso que un retrasado mental con pistola cargada en mano. Confieso que me dedico a observar a la gente cuando escucho un discurso. No es que no atienda, sino que me gusta ver el recorrido que las palabras pronunciadas van dejando en cada uno de los que escuchan. Unos simulan estar atentos aunque estén pensando ¿Cuándo se callara este idiota?, mientras que otros parecen despistados y toman nota de forma disimulada. Hace una semana estuve en un acto en el que intervinieron cinco notables generadores de opinión pública (Ajonjolí de todos los moles), esos cuya vanidad y egocentrismo no pueden pasar inpercibido para la prensa en el lugar donde los detecten (Liendres de cualquier cabeza).
Los cuatro primeros resumieron sus mensajes en diez minutos cada uno ¿Extraño? El quinto se dedicó a repetir con parsimonia y monotonía lo mismo que sus antecesores y, lejos de amilanarse, todavía tuvo agallas para proseguir veinte minutos más de su propia cosecha y parecía que el río no terminaría ya que se metió a lambisconear, arrastrándose y manchando o deformando lo que los otros cuatro habían expuesto. Me dije.- Este tipo, está muy enamorado de Quirino o anda buscando chamba porque lo que se dice, bonito como para tirarle la toalla, no lo es.
Fue el más aplaudido de todos no tanto por el contenido, que ya conocíamos, sino por la alegría que había supuesto finalizar el discurso en sí, aunque cuando salimos la mayoría de los que asistimos se lo tragaron por lambiscón y arrastrado, sobre todo que no estaba presente Pedro Rodriguez (Gobernación para que el mensaje llegara a su destino). Hizo me acordara de un político Mazatleco, que gustaba en estarse disculpando por lo largo que es su discurso y argumentaba no podía ser breve.- Sin aterrizar nada.- Atrapa un micrófono y nunca se preocupaba de organizar o resumir sus palabras “Necio y enfadoso”.
Nos estamos convirtiendo en un pueblo con enormes dificultades para expresarse oralmente en público. El mejor ejemplo lo observamos con Quirino Ordaz, a quien le ponen una pantalla enfrente para que lea y nos muestre que si fue a la primaria del ICO y aprendió a leer de corridito. Pocos sucesores de Belisario Domínguez. Así que en esta cuestión habría que dar instrucciones a los políticos de nuevo cuño y afirmar que sólo lo breve y sustancioso puede llegar a ser bueno.
Ese día los discursos versaron sobre los derechos de los ciudadanos y lo mal que están siendo tratados. Aquí me vine a enterar que esto le pasó a uno de la alta sociedad para caer en la cuenta el motivo de la molestia en lo que se debe considerar la diferencia entre lo que es un trato humillante y un control necesario de la sociedad. Allí, lo comentaron, incluso aquellos a los que nunca se les escuchó hablar de presunción de inocencia y protección de la reputación a esos que gritan garrote al pobre, carcel al común ciudadano de barrio hasta que demuestre lo contrario.
En su discurso este personaje nos hizo saber lo que es un trato humillante. Sin lugar a dudas, me intereso el discurso mientras reflexionaba que estamos ante la mejor ocasión para elaborar protocolos que traten a todos por igual, a los de alta cuna y a los del catre con chinches, a los de pañales de seda y los de manta, los King y los que duermen en el suelo. Se hizo necesario que alguien de su clase sufriera para que se diera cuenta de lo que hay. Salí deseando que un diputado o un famoso artista sea detenido, y tratado con desprecio.
Pensarán que soy una mala persona por expresar ese cruel deseo, pero sé que es la única manera de evitar lo que está pasando en Sinaloa en los últimos meses, donde los ciudadanos son tratados como presuntos delincuentes y sometidos a interrogatorios, mientras que a los que roban el dinero público se les deja pasar con toda la confianza del mundo y hasta son primera plana en noticias sociales. Permítanme que me calle mi opinión sobre la llamada igualdad a la Sinaloense.
Hace apenas unos 20 años, Zedillo pedía ayuda a los ciudadanos de a pie que nos abrocháramos el cinturón, para no ahogar a México y para finalizar se dio el lujo en vender los ferrocarriles del Pacifico en donde al día de hoy es socio. La avaricia estuvo a punto de hacer saltar los resortes del sistema y entre todos tuvimos que echar una mano para que el tinglado siguiera en pie. No han pasado ni siquiera tres presidentes y Peña Nieto, así como sus gobernadores ya nos repasan por la cara sus mejores resultados pero exigen comprensión y aguantar la miseria con su historia familiar en ganancias.
Los tahúres más tramposos de México han dado la vuelta a la realidad y nos están haciendo creer que la culpa la tienen los asalariados, esos que en México pagan más impuestos en la declaración de la renta que los empresarios, pero que luego tienen peores coches, peores casas y peores vacaciones. En esto radican nuestros males: en que nos reparten las cartas y cuando juntamos cuatro ases nos dicen que el juego ha cambiado.
Ante estos discursos podemos optar por aprovecharlos y conseguir logros para la sociedad, o bien permanecer atontados ante unos grilleros que acabarán por sacar su máximo rendimiento contable aunque se lleven el planeta por delante. ¿Qué hacemos? Me encanta la expresión “no dar puntada sin hilo, no dar paso sin huarache”. La semana pasada, escuchaba a un diputado federal referirse la cadena perpetua y, que se aplique la pena de muerte.- Me quede preguntándome ¿A ese tipo de idiotas, retrasados mentales les pagamos para que destrocen las leyes? Hay quien cree que la política consiste en eso, en ir diciendo lo que los más ruidosos quieran escuchar, independientemente de que sea una barrabasada, una incongruencia o una crueldad con los más débiles.