MUJERES
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
La mujer es la que aporta el equilibrio humano.- Exparse el amor al mundo. Un amor pleno, sincero. En su maternidad florece el cariño, enseña amar a otro, obsequia plenitud con actitud dirigida. La mujer es sensible, capacitada, irrepetible, es, generosa, se quiere a si misma a sus hijos, padres apoyando en lo que la necesitan. Cuenta en sus genes con ese don humano que la hace buscar estar cerca de las personas a las que ama y lo manifiesta cuando la persona la ocupa.
Aprecian la vida, las relaciones, no están hechas para la política solo algunas de ellas poseen esas cualidades naturales y se forman para ello. Llegaran a ocupar ciertos cargos cuya misión es una guerra constante para estar en el poder. La mujer es justicia, ética, mientras que el poder implica otras cosas. Todas las mujeres pueden y deben participar en política aunque su cualidad natural las perfile en puestos enfocados a la sensibilidad humana.
Reconocer que la mujer ocupa tener el poder para cambiar ciertas cosas es cierto pero su sensibilidad femenina impide la lucha en igualdad de perseversidad a las honestas. Las inmorales siempre han estado incrustadas y continuaran obteniendo candidaturas, puestos sin perfil profesional. Todo es cuestión humana, no se trata en crear conflictos que favorezcan por sexo sino demostrar, asegurar el perfil con dignidad en las decisiones políticas. Cada sexo tiene su cualidad natural, la mujer ya dio ese salto su rentabilidad depende de su esfuerzo y no de su sexo, rencontrándose con la cultura en aprovechamiento, resultados. El peligro que la consume son mujeres sin dignidad que deambulan en la política entre sabanas y les ha resultado rentable ese contacto carnal poniendo en peligro a la sociedad entera por el puesto y la decisión a tomar.
La historia de las mujeres mexicanas parece no llamar la atención tanto como la de los hombres: El panteón cívico de la Patria concedió algunos pedestales bien ganados a Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Margarita Maza, Carmen Serdán, entre las más representativas. Pero fue al mismo tiempo injusto arrojar al anonimato a muchas otras, intelectuales, políticas, activistas y guerreras. En los siglos XVIII y XIX muchas hicieron relucir su figura por la independencia, en la defensa del territorio nacional o en las guerras entre liberales y conservadores. Rita Pérez llamada “la Generala Moreno” se encargó de administrar los recursos del fuerte insurgente “El Sombrero”. En los años más cruentos de la lucha perdió dos hijos en combate, a una hija, fusilada por negarse a intercambiar prisioneros con el ejército realista y a un bebé recién nacido.
Quizá su único consuelo fue el presenciar el triunfo de la Independencia. Manuela Rafaela López Aguado, casada con Andrés López Rayón y viuda desde 1810, se adhirió a la causa insurgente junto con sus cuatro hijos. En diciembre de 1815 uno de ellos de nombre Francisco, fue aprehendido y doña Manuela recibió un ultimátum: si no persuadía a sus hijos para deponer las armas, lo fusilarían.- En sus palabras: Prefieró un hijo muerto que traidor a la Patria. Francisco fue pasado por las armas.
Soledad Solórzano llamada “La Heroína”, apoyó a los guerrilleros republicanos de la región de Michoacán, prestando auxilio a heridos durante la intervención francesa. Capturada por los imperialistas belgas, fue colocada al frente de la trinchera para impedir el asalto guerrillero sobre Tacámbaro y a pesar del embate, salió con vida. Manuela Molina (la Capitana), levantó un grupo armado y lo puso al servicio de la causa. Participó en 7 batallas, pero uno de sus objetivos era conocer personalmente al cura Morelos, recorrió más de 100 leguas para llegar a su campamento expresando después de llegar, que podía morir gustosa. Logró ver consumada la Independencia, y según algunas crónicas falleció en 1822, a consecuencia de dos heridas que recibió en un combate y que la tuvieron postrado año y medio.
Agustina Ramírez, nacida en Mocorito, Sinaloa, no fue una madre común. Durante la guerra contra la intervención francesa y el imperio de Maximiliano enfrentó la muerte de su marido, pero no lo lloró, tomó valor y ofreció la vida de doce de sus hijos a la causa de la República y de Juárez. En voz expreso: Cuando la patria está en peligro, los hijos ya no pertenecen a los padres. Perdió los doce. Según cuenta la historia, Agustina dejó una frase para la posteridad: ¿Por qué?, Dios mío, no tengo otro esposo y otros doce hijos para que continúen defendiendo a la patria del invasor. La relevancia moral es importante, no solo en el varon, sino en las damas, es vital como la naturaleza misma.
