Erigido y oculto
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
La vida nos va llevando por senderos placenteros y dolorosos a la vez. Obsequia momentos de amor y de odio. Situaciones fáciles en resolver y las que no tienen remedio, todo va sucediendo nos guste o no. Da la oportunidad en ayudar y en otras en no ser tan correcto, te sube y baja el nivel del ego, soberbia, y hace que recapacites con humildad. Aprendes a considerar lo bueno, malo y que atrás del mismo existe un sendero, un camino en enseñanza, un todo en el ¿Cómo? mirarla.
Percibe que lo que está en sus manos no lo está en el cómo lo piensa y más tarde que temprano se cae cambiando el sendero. La capacidad para que unas cosas sucedan están en nuestro poder pero existen otras que salen del mismo sin conseguir controlarlas y ello en la mayoría de las ocasiones sucede por ser dados a mirar a los demás y no hacia dentro por miedo a percibirnos mejor.
En la tranquilidad se deja de lado lo agitado de las aguas dándose cuenta que el tiempo cuenta y le ha alcanzado para preocuparle. Especula que la vida no se iba acabar, que era para siempre, que había que sorberla a tragos sin angustias o necesidades en la falsa idea en que si no tiene, el dinero no es feliz, no ha alcanzado el éxito. Ante ello ahoga decepciones, estrés por alcanzar el diseño planteado por una sociedad que sofoca en pena el deseo y lo va acompañando para que no lo olvide jamás que el apostar por ser feliz es tener, ganar sin perder o arrebatar sin importar.
La joven llora por cualquier pena, se siente atrapado en la sensación en que los problemas que enfrenta no son nada a los que se presentaran cuando sea adulto. Contrariedades que le afectan pero no se avergüenza ni necesitas ayuda para enfrentarlo en una juventud donde todo es fácil, y existen mil salidas. Se puede resolver y si no hay solución se abandona, se olvida para sentirse bien. Una decepción se cura con dos palabras ¡Te quiero! No importa la falsedad en ellas, ni que no resuelve nada, o se haga para quedar bien. Es la vida diaria de la juventud que hace las cosas sin obligación, alimenta el alma en lo simple y el corazón se llena con un ¡Te quiero! para ser utilizado a la vuelta de la esquina con otro regalando un beso no pedido en su momento agradable, sin dañar para seguir.
En la maduración se comprende que el tiempo se va rápidamente y mucho del mismo se invirtió inútilmente repitiendo a diario lo mismo, sin cambios aparentes. Examina a las personas cercanas y nota sus cambios físicos eso hace que se pare frente al espejo para mirar su rostro y darse cuenta que el tiempo le ha modificado el semblante de tal forma que la alegría de los rasgos se ha marchado para siempre. Lo ve y no lo puedes creer pero por supuesto se ha marchado y lo único que queda es el rostro frente al espejo que no miente y, refleja los estragos físicos. La persona madura, ansía ver en las ideas, la forma en observar la vida, los puntos buenos que deberían ser observables al momento de calificar el devenir de esa vida.
Se da cuenta de todo, menos de lo que no apetece enterarse arrinconando lo que aferra en un rincón del alma y lo cual no ansías deshacerse. Llega esa madurez y se da cuenta que tuvo la oportunidad en ir decidiendo y es, lo que pensaba ser. Las personas elegidas se quedaron, las de su presente y en las de su pasado, aquellas que te importaban y por diferentes circunstancias se marcharon.- No es fácil abrir las páginas guardadas, las que llevan años latiendo en los sentimientos y buscan brotar, esas que no se apetece compartir con nadie y son solo suyas de nadie más.
Puede ver esas páginas cuando quiera y recordar ese pasado sin que nadie le haga sombra al rondar en su cabeza. Sus ideas confrontadas en aquel tiempo y recapacitadas en este con ideas nuevas. Comprende que detrás de cada recuerdo existe un tiempo y forma de valorar el comportamiento, llenar los vacíos, asimilar la nada y dejar que lo menos importante se quede en ese olvido mientras lo bueno reaparece desde lo profundo del ser, del espíritu o el alma sentimental.
El espejo del alma refleja una realidad, unos ojos, un cuerpo, un vacío en recuerdos que a vamos arrinconando en ese espacio de silencio cuyo atributo nos refiere el ¿hasta dónde? estamos dispuestos a volver al mismo. Nos muestra las arrugas oscuras con sus surcos, que en un pasado fueron hechas por risas de alegría y damos las gracias a la vida por ser honesta al mostrar lo que se te es y hacer conciencia en que no se puede liberar de ellas. Escarbar en el ser, produce miedo, y cuanto más escarbas más miedo se tiene.- El construido y el oculto.