LIBERACIÓN
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
La mente entra en silencio al dormir, una vez eliminado todo aquello que no es necesario, y allí se produce el contacto con otras dimensiones que obstruyen y son portadoras de vida interna, esa vida está dentro nuestro, pero está oculta por todas nuestras falsedades, mentiras excusas, prejuicios, fantasías…., etc. Es la falsa personalidad, mente astuta, o diabólica, que nos viene como anillo al dedo para no sentir el temblor que produce lo desconocido y el arrastre en frustraciones acumuladas. Tenemos pánico de quedarnos sin referencias, por esos siempre nos agarramos y nos anudamos en nuestras certezas que están totalmente desactualizadas y a partir de las cuales fabricamos nuestros mundos de imaginación, luego, nos buscamos cómplices y construimos mundos irreales…y ese es el mundo que estamos viendo.- Nuestro pequeño mundo. Una construcción que emerge de nuestra locura, de allí que vivimos en un mundo donde la posesión es el máximo valor.- Casa, valor económico del trabajo, vestimenta y todo lo que se le ocurra.
La falsa realidad no es fácil suprimirla, primero porque, el ver las cosas como son (produce malestar y dolor y nos hace entrar en crisis: no coincide lo que creo de mí de lo que realmente tengo dentro de mí (Se da ese choque). Es necesaria ver toda la contradicción, compulsiones y locuras interiores. Una vez visto hay que abandonarlo, pero no se puede abandonar aquello que no se ve ni se siente. Hay que sentir toda la basura que arrastramos por generaciones en toda su intensidad para abandonarla y, no estamos preparados para hacerlo o siquiera intentarlo. Actuamos acorde en lo que ganamos, usando lo interno para acomodar las circunstancias y cuando el paquete está listo lo aplicamos. Es parte del ego el cual dividimos para descalificar a otra persona cuando se relaciona con lo buscado por nosotros. Todo encaja en un acto consciente por alcanzar lo opuesto sin importar dividir la opinión y desde ella construir las múltiples circunstancias falsas.
Cambiar significa ver lo egoísta que somos, sentir ese dolor. Y salir de allí, y no insistir en esa vía del error. Segundo, perseverar. No es fácil vencer hábitos negativos que se encuentran muy cristalizados. Tercero, hacer el intento de nuevas formas de ver, reposicionamientos. Intentar, hasta que se logre dar el salto cuántico a un nuevo nivel de realidad. Uno no sabe cuando esto sucederá.
Quizás se produzca, quizás no y, ese resultado no depende de uno, sino que depende de factores que uno no controla y desconoce.- Ocultos deseos, infiernos. Y eso es lo maravilloso que tiene la vida: que uno no tiene control de nada, que los resultados no dependen de nosotros, que no somos imprescindibles para que la existencia continúe.
No, somos el último vaso de agua en el desierto. Finalmente el resultado que obtenemos es una pequeña parte al apegarnos a cierta responsabilidad creyendo que lo hemos logrado con una liberación del ser. La mente nos manipula los resultados, la realidad, nos manda por otras vías desconocidas que nos producen placer de logro pero en realidad no hemos cambiado nada sino un simple acto disciplinario de control creyendo que con ello construimos un nuevo ser libre, sin ataduras con planes objetivos. En realidad, no construimos nada y fue una pequeña explosión motivacional ya que la molestia sigue allí, latente, molestando, neuróticamente insistente. Y, todo aquel que nos lo recuerda nos ofende, quien da consejo sentimos que desea usarnos, que es poco inteligente.- Yo, valgo mucho, soy maravilloso.- El es falso, se abandona, no lucha por nada.
En este clamor se escucha la voz del dolor interior. Por eso argumento que construimos sobre realidades inexistentes pensando desde fuera ¿Qué pensaran de mí? ¿Hable bien?, siempre “Yo” entre conflicto y realidad desde los otros, y así siguiendo…nos pisan el callo y ¿qué hacemos?: Le pisamos el callo al otro sin importar que no sea el que nos lo hizo, porque no tenemos el valor de reflexionar acerca de nuestra falsa personalidad, no podemos soportar nada …somos muy débiles….no podemos trasmutar nuestro cuerpo emocional….no sentimos vergüenza de las tonterías que diariamente hacemos….pero eso sí: nos sentimos muy importantes, muy diferentes y muy especiales. ¿En que nos basamos?, ¿Que bien concreto hemos hecho a los demás?, ¿En qué hemos sido útiles al otro?, ¿Qué aporte real hago a los demás?, ¿Qué miedos escondo?, ¿Por qué no confío en mi inteligencia y, copio conductas, resultados? El miedo es profundo, es la cultura en la que vivimos.