LA LOCA DE PREPA
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
La mencionaban como la muchacha loca: Era una joven de 18 años.- Hoy rebaza los 60. Es sabido que cada persona entiende su felicidad a su manera y se pronuncia con sus actos, naturaleza, esencia, existencia. Cada cual controla sus emociones y corresponde de acuerdo a su realidad en escudriñar el amor. Unos para huir de la pobreza se casan sin amor, otros por sufrimiento, unos más por culpas familiares, otros por amor. Caminan el sendero de la satisfacción en busca de su felicidad. Se persigue, es compartida, un fin, una utopía, un acto que se presenta, entendimiento entre personas.
La felicidad no puede ser una ilusión porque estaríamos exponiendo que no existe, que es irreal y, es producto de la imaginación. Las personas pueden valorarla como peligrosa en asuntos de amor, se pueden decir mil cosas cada cual a su manera pero esa es su felicidad, su sentido del vivir, mientras no le falte nada, sea feliz sola o acompañada; se entiende bien consigo misma. Así valora su felicidad y los golpes que asesta dependen de su personalidad y no los atiza porque lo desee. Debo admitir que cada cual la busca, encuentra, admite, deduce y valora de acuerdo a su libre albedrio.
Ella, siempre se marchaba sin decir adiós.- ¿Cuándo alguien parte? Solo queda esperar para ver si regresa o sea el tiempo quien se encargue en dar la fuerza suficiente para que el cerebro no se confunda. En realidad es una confusión en alejar el sentimiento de soledad. A los novios los hacía confundir entre besos, abrazos, alegrías falsas para que prolongaran su sueño de amor y de engaño hasta el desenlace ahuyentando el sueño.
Con su pareja, se iba en el silencio de una noche y ya no regresaba con la brisa de la mañana, desaparecía sin valorar el daño que dejaba atrás. Como un fantasma en medio de la noche dejando en su camino una estela de confusión y daño irreparable, un vacio indescriptible, una muerte anunciada en sentimientos nobles. Al levantarse dolía, no ver su figura en casa, en sueño, soledad y silencio, fantasma y vacio. Se esfumaba cual sueño irrealizable, un volver a esperar para ver si regresaba por la noche.
Recuerdo pregunte a su pareja ¿Por qué se fue? Un día dije palabras que crearon un problema, que calentaron la sangre, eso lo dije como si fuera a otra persona pero fue inútil tratar en rectificar. Llego al punto en no querer volver atrás, estaba cansada de los errores y por fin se rindió. Eso no era lo suyo, siempre buscando encontrar una sonrisa amable, enseñando a no claudicar, siempre fuerte en la adversidad. Hoy me pesan sobre manera los errores cometidos, los asuntos irresueltos, la falta de externar los sentimientos, dañar y no reparar, porque la amo.
Duele no escuchar su canto, sus corajes, indiferencias, malos ratos, sus amaneceres amorosos. Se fue y no dijo adiós por miedo, jamás acepto tenerlo, se creía la persona perfecta para dar amor, buscaba el momento exacto para entregarlo, en ese silencio, esa soledad pero se marcho y no regresara a ver el corazón roto que con su ausencia dejo, ya no le importa, no desea enfrentarlo, dice no identificarse con la persona a la que juro amar con locura y que siguió por junto por necesidad, condicionado por los tiempos y las circunstancias. Prefirió jugar todo ese tiempo a entregar el lugar, su espacio a otra persona para que lo llenara.
La vida no puede borrar ese recuerdo bello, ese jugar, sus caricias, entrega, sonreír, saltar sobre la cama, cantar embrutecido en amor o por capricho. Se marcho dejando atrás un corazón roto, un alma atormentada, un silencio lacerante sin esperanzas. Así llego y así se marcho todo fue una pauta de tiempo, una necesidad compartida, un referente de vida a extrañar. Si, ¿Sentía amor o no? Se lo llevo guardado, ¿Si actuaba?- Pudo ocurrir. Cual ¿Es la verdad? No, lo sé; ni, se si lo hizo por ego o lo que ella definía como felicidad en el sentido de lograr sus satisfacciones, cumplir sus deseos para sentir que no le hacía falta nada. Todo es posible, incluso la satisfacción de marcharse por gusto sin importar sufrir en ese afán de dominio, de poder que ejerce y sobre el cual marca su conducta. Es ella y nadie más en su realidad, su palabra es orden.
Es difícil ver marchar alguien que vino a tu vida y se marcha sin mirar atrás, ya no se da la vuelta. Ignora todo, no quiere nada contigo. Unos lloran, confiesan sus dolores a otros o se lo tragan para que nadie escuche su lamento.