ENVENENAR EL ALMA
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
A veces cuando uno llega a cierto lugar con la mejor de las sonrisas no sirve de nada al encontrar caras largas, así que la sonrisa se borra para iniciar el malestar en la acumulación en señalamientos o noticias malas por cierta situación. La mala cara, mata buena intención y, termina por deteriorar la convivencia en el compartir con tranquilidad. Si el deseo es matar a la persona amada es preciso hacerlo enojar borrando su sonrisa para que en su sangre corra el veneno y muera lentamente. Atacarlo en sus buenos instantes es un juego que produce placer y, a la vez enferma llevándolo a la muerte lenta.
Todo conflicto surge en los amigos, esposo, noviazgo, trabajo y su calificativo es “Coraje” No se cuenta con la capacidad en operar sanamente los conflictos, mucho menos adecuar los señalamientos o culpas. Se disfruta el que le duela en lo profundo, atacando en refrescar la memoria en actos pasados hasta lograr la proporción deseada y termine en estallar. Es ir de lo pequeño a lo grande en detalles hiriendo como si lo que se pretende es alejar a quien se ama. Un parto malo y nos sorprendemos de la cantidad en desgastes que hacen que las relaciones se conviertan en disfuncionales cuyo producto es el placer de esa ponzoña.
Quebrar a quien amas, culparlo, distanciarlo ¿Cuál es el propósito? ¿La soledad? El atacado se puede marchar para no enfrentar pero si al regresar lo acusa de peores cosas que incluso serán sorpresa, recordándole hasta el día de su nacimiento. Las cosas pequeñas se hacen grandes en asuntos supuestamente no resueltos, es una tendencia a intensificar saturando en culpas la buena relación hasta envenenar el lugar vital. ¿A quién produce satisfacción? Convertir un lugar en terreno de batalla, desesperación, logra bloquear todo acercamiento agradable. Si, la persona está insatisfecha y su situación es insoportable ¿Por qué no se le ocurre, el cómo resolverlo?
Una relación culposa se convierte en discontinua, sin posibilidad en resolverse y es ahí en donde surge la idea de uno de los participantes en retirarse por las heridas, al saber que su acompañamiento no es grato. La persona que agrede continuamente, se siente desconcertada cuando es abandonada al no darse cuenta en que son sus actos los que ocasionan la huida. El desgaste en una comunicación agresiva, incapacita para equilibrar las emociones y muy por el contrario abre la puerta a la agresión verbal ¡Eres culpable! De todo lo que me pasa, estoy al pendiente para encontrar tus errores. Comprobado es que produce placer el derramar veneno en culpas pero su final es desgaste y la separación agresiva.
Todo inicia con pequeños señalamientos los cuales van subiendo de nivel, descomponiendo los instantes cariñosos entre ambos, se van destruyendo y es lógico que terminen mal llegando un momento en que se odien a causa de esta conducta. No hay cura, muchas de estas personas llegan dañadas a la relación y su estado habitual en enfrentar sus deseos fallidos. En el fondo de su alma, odian sus actos, la influencia de sus contextos y estallan en el plano que conocen, en lo que suponen padecieron o lo que observaron a su madre le daba resultado. Ante ello es importante conocer los antecedentes familiares al seleccionar pareja: Si proviene de padres divorciados, hijos abandonados. Cada uno trae consigo una grieta en el alma, un regalo inesperado que podría desencadenar inestabilidad emocional. Conveniente es elegir al que menos sufrimiento manifieste. Otra referencia es el cómo se expresa de su familia, su observación en lo que es su hogar. Conocer ¿Cómo? ha enfrentado la vida, las perturbaciones, sus dificultades y de lo que estuvo rodeada. Entender el todo sin justificarlo. Sano es reconocer que el ataque en la relación es estéril y, quien lo padece concluye en cansarse.
La propuesta es: Si, usted ve sonreír a su amiga, compañero de trabajo, pareja comparta su sonrisa con alegría, que le cuente lo que le hace feliz en esta forma ambos mejoraran su estado de ánimo. Nadie es el protagonista en una relación, ni el otro es espectador, ambos deben sentirse cómodos con las reglas que establecen mutuamente.
La queja inmerecida daña, la excusa malgasta, fingir es peor. Lo mejor es sonreír para no interrumpir los buenos momentos de la pareja. La comunicación íntima es diferente en cada relación, eso beneficia a lo puro con solución, al desgaste. Es cuestión de poner por delante la actitud, la capacidad de diálogo, atendiendo su queja en el momento adecuado haciéndole saber que su opinión cuenta. No es sano, exigir, a los que queremos que nos sirvan para llenar nuestras insatisfacciones, eso conduce a quedarse solo(a). Seamos capaces en afrontar los demonios: Dar vuelta a la llave y, disfrutar lo bueno de la relación.