SUSPIRO
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Toda alma anhela presencia para mitigar su soledad, silencio, un minuto de pensamiento en la cabeza suya para sentir ese amor insatisfecho, esa separación y la aspiración deseada. No hay duda, el sueño pasea el amor idolatrado, llena las páginas de amor ir-realizado que caminan y se pierden por los callejones oscuros en donde no transita nadie.
Ni el propio amor, solo usted y ese sueño que lo hace estar junto, lo mantiene vivo, le da la candidez para que no se abrume y bese los labios deseados, absorba su aliento y traspire en ese instante su plenitud. Una noche con un sueño, un fantasma que regresa esa parte de su imaginación, una caricia que dibuja un rostro sano, la sonrisa amable en un corazón gozoso que anhela amor, pasión, palabras elocuentes dichas al oído mientras divaga. Le quema su entraña en el deseo que se esfuma al despertar en la realidad en saberlo lejos, distante, inalcanzable.
La persona adulta cuenta con la realidad de su pasado, de su trabajo, la familia hecha, sus ex parejas disfrutadas, el amor amado, sufrimiento padecido. Advierte que el paso del tiempo va mermando sus facultades, pero no envidia a la juventud, la observa con nostalgia, valora el posible futuro de la misma de acuerdo a su conducta, gracia, posibilidades. El adulto sano (Física y psicológica-mente) se siente orgulloso, tranquilo, realista, sin temor por el camino transitado y la experiencia adquirida. Entiende lo que sucede y sabe cuál debe ser el punto de partida de acuerdo a su condición. El joven se ruboriza ante la ansiedad anticipada, la duda, el temor.- Le gana su deseo, hace que su miedo valore la acción como imposible y por irónico que parezca se forma en ese miedo.
Después de nacido jamás detienes el paso; en la niñez fatigas el intelecto indagando, poniendo penas y quitando besos. Llega la Juventud que se marcha como un sueño mostrando un bello rostro risueño. Se vive tranquilo dentro del vientre y, se nace al cariño al romper la fuente, con amor y sin reproches con alas de ángel y con besos. Llenas las alforjas de lo bueno y malo, das de golpes, tocas amarguras, consigues la edad madura, sigue la vejez un cuerpo mágico que ocupa para verse bello ayuda, es el tiempo, no eres la misma, jamás lo volverá a ser.
La lluvia en años seguirá cayendo como la primera vez que humedeció su rostro el día que le pario su madre, el miedo que sentía al enfrentar el mundo. No hay paz, nadie duerme el sueño de los justos, solo pide amor antes en que extinga la existencia. Siempre se cumple la sentencia.- Dar vida, y fenecer. Recordar un pasado que llama y un futuro inexistente.
Darnos cuenta de esto, que de una manera u otra nos muestra esa zona oscura de uno pasando a convertirse en nuestra más grande maestra. Entenderlo es dar gracias al lograrlo. Es a través de ella que uno pueda liberarse y al hacer eso, en algún nivel. Cuánto más escarba en su ser, se percata la persona de todas las capas que a menudo por miedo o por negarse a ello, interpone entre el amor sincero y la persona a representar. Construye una imagen para ocultar el amor que siente por la otra persona.
Da rabia sentir y ocultar lo deseado. Ese enfado es la resistencia al amor reprimido. Es muy doloroso juzgar, tener pensamientos o decir cosas culpando a otro de su propio miedo o dolor.- Es algo común y que se hace a menudo. Es inpercibido, automático, sin percatarnos. Se observa cuando lo hace al estar conectado con el sentimiento por ello acongoja al sentir el daño en la persona amada. Es la mentira, el juicio erróneo, lo inventado para defenderse atacando la profunda esencia, ese espacio absolutamente puro y prístino que es amor y luz. Rechaza siendo uno y otro lo deseado, la misma cosa en diferente tiempo, culpándose de nada. Esto es la verdad, lo que hace sentirse mal, culparse a sí mismo de cualquier cosa. Quedar desconectado de lo esencial, inventando culpas por miedo.
El amor hecho deseo es un soplo de aire en medio de la noche que gira alrededor de su sueño y lo vuelve importante a lo que no lo es. Lo acerca y aleja siendo imposible reconocer el olor que despide, su soplo, pasión, vibra. Un aliento que no soplar en su corazón con la energía deseada. Lo recogido al despertar es amistad de presencia sin esencia de pulso sin pasión, deseo sin concreción.