DESAZÓN
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Al abrir los ojos mire en torno mío, me encontraba lejos del caserío en un lugar completamente extraño. Enfrente, los corceles corrían sin detenerse. Abajo el rio, árboles y, rocas se abrían, a lo lejos el horizonte cercano y desconocido. Tierra de tempestades y, sequias cubierta con tapiz verde cenizo. Abajo el caserío calcinado por los rayos solares hirviendo la sangre de sus moradores.- Fuego y agua. Un atardecer oscuro con sus fantasmas que extienden sus sombras los brazos para comer.
El amor enseña a navegar en los conflictos, en su lenguaje, sensaciones, sentimientos emocionales y hace pensar en cierto momento solo en ellos. El amor ata, hace rumiar, da opciones, alimenta un estado de plenitud que se siente en ese instante demasiado bueno dejando la tensión atrás para manejar por un camino sin rumbo.
La vida es el desafío que enfrentas la mayoría de las veces solo, es metáfora de inseguridad y culpabilidad. Es el tapete en el que estas parado y al otro día te lo mueven sin que tengas tiempo en enderezarte. No todos los días son iguales, en unos se es fuerte, en otros débil, unos relajado en otro malhumorado, tenso o relajado. Días en que cena el cuerpo y en que ni agua bebe, que cae en colchón o en piedra, así es la vida y hacemos lo que podemos. Seguir o darnos por vencidos, mentir o enfrentar la verdad, ser honesto sin perder la dignidad. La tentación es grande y la gente se esconde por miedo al ser asustada. Los años pasan y clamas por la familia, amistades recordando sus conversaciones, sus silencios, tiempos compartidos pero el tiempo siempre gana.
El destino nos lleva rodando al antiguo recuerdo del errante que deja el vientre, su paraíso y rueda de gente en gente, en caminos y pueblos, del sur brumoso al ardiente sol del norte. El destino obliga a que se ausente y, vaya al encuentro de su confort entre el azul del cielo y su miedo penetrado. El temple habla en el silencio al espíritu y disfruta el canto de los pájaros.
El destino nos ausenta de los propios versos que en tiempo de incertidumbre evoca su pasado, su ambiente, soplo y llega hasta el fondo de su sentimiento sin estar presente se añora el olor del campo en su alma. Distracción y distancia lo alejaron y cansado evoca en su memoria mientras su manos presionan el pecho adolorido. Un errante cuya suerte temía a su propio despojo terco en abandonar lo que quería alejándose antes y, regresa de vez en cuando la mente hasta allí donde se vio nacer para mirar de nuevo las estrellas, fantasmas en sus sueños, su sombra, bosque, noches de luna y encanto en los amaneceres.
Ayer se fue para quedar ausente, hoy regresa y no es el mismo.- Total que importa, si es o no.- La suerte está echada si vive o muere, si disfruta una estación o sueña con ella en lo lejos. Nadie extraña sus versos, otoños o los inviernos, solo él en su eterna primavera arropado por los encantos de sus sueños disfrutando las manos cariñosas de sus padres, los besos dados sin pedir, la savia eterna de quien lo ama, el polvo de su lodo hecho humano que hacen renazca una rosa en la piedra, una sonrisa o, una pena oculta. La espina clavada en medio de su corazón hace sangre de amor y sufrimiento.
Dejo su paraíso y comenzó a quejarse en las noches al inclinar su cuerpo sobre el lecho en espera de aquel beso que sus padres depositaban al dar la buena noche. Se fue y hoy vive vencido, contagia a los que le rodean al verse solo, sollozando en medio de sus visiones.- Tan solo y con miedo.- Tan triste y lejano. Al mirar su rostro en el espejo se da cuenta que ha pasado el tiempo. Alza su vista al cielo en busca de consuelo porque hay dolor sin bálsamo.
Realmente confías en ti, dejas las cosas que te hacen mal o tomas una postura de guerra. Haz pensando que cuando más ocupes a la persona menos se acordara que existes o se acercara para resolver tu conflicto. Esto es la vida, es ego confrontado y, por más que te escondas te hará sacar la cara, para que muestres tu real postura, manches la reputación y acongojes el alma.
Es miedo al rechazo, a la intimidad, a nuevas experiencias, al fracaso pero es la única manera conocida para crecer y vivir a plenitud. El amor es una cadena que aprieta o una herida que está dispuesta a sangrar en cualquier momento emocional, que libera energía de más, empuja, y condiciona la libertad.