AMOR EN JUVENTUD
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Cuando niño, nos enseñan a cuidarnos, el respeto a los demás, a sí mismo. En la juventud las necesidades cambian, comprendemos que ocupamos a otra persona con semejantes deseos para la satisfacción. Abra acciones que no gusten de la otra persona pero tenemos que sacrificar en parte ciertas posturas para estar en la lista de la futura pareja y lograr ese placer con la persona deseada.
Se puede buscar hasta encontrar lo que se desea o, no quedarse y preferir seguir solo sin compromiso porque el mundo moderno permite hacerlo en esta forma. Solo y contento. Compartir sentimientos y disfrutar la alegría de la soledad, sin el juzgado sacrificio en estar dispuesto a un matrimonio. La juventud mueve el placer para amar la vida, lo que se puede hacer, lograr, llevar a cuesta.
Al arribar a la juventud se sueltan las necesidades hormonales y, con ellas el deseo. Es natural que a esa edad la sensación sea muy fuerte, ese sentir que nos aman, que está con la persona correcta independientemente del amor que le brinden los familiares. Amar al mundo, la vida, la sonrisa ajena, creer en lo hermoso de la vida, es única, irrepetible, olvidar la culpabilidad, sus señalados pecados amándose a uno mismo y, al mundo entero.
La etapa juvenil es única, grande, pura, inolvidable, es el tiempo es que no hay que distraerse para no ser destruidos en un futuro. A esa edad se enfrentan los grandes desafíos, se sufre por amor incomprendido, se abren y cierran heridas rápidamente, se soporta los regaños familiares y se desobedece. Se ama participar en grupo de la misma edad siempre preguntándose al menor beso o roce de dedos si la persona nos ama o si estamos dispuestos a rogar por el error cometido. Es la cúspide de las necesidades deseosas que marcan el camino de la vida futura, nuestro talento, las finanzas, estabilidad familiar y, el saber si tenemos talento para llegar.
Es la etapa llena de amor, experiencia grata. Se ama con el corazón sin juzgar clase social sino mente, alma, espíritu inquieto. Es la afirmación de la futura autoestima. Es la etapa de comparación entre el amor que recibimos de los padres, amigos, amores, de todos. La juventud tiene esa necesidad de experimentar un amor diferente, ese sentir dentro que hace abrir la necesidad y dar valor agregado a la gente. Lo importante es sentirse bien con uno mismo sin importar el tiempo que dure la relación, se puede ir lento o rápido, ocasionar heridas incurables, cicatrices que con el tiempo lo conviertan en la persona que es. Fuerte o débil, dependiendo de lo asimilado, capaz para luchar o agachar la cabeza para seguir recibiendo golpes.- Es una lección de esa experiencia.
Las novias (os) van y vienen, se olvidan, se disfrutan, se deja de pensar en ellos y se dedica tiempo para encontrar uno nuevo. Es la etapa en que se siembra la amistad duradera, la que recuerdas, o la que no volverá. Es la amistad intermedia del amor que cuida y ayuda con o sin egoísmo. No hay tiempo para arreglar los desaguisados, ni hay momento para regresar a que sepas el porqué se fue, es un momento de besos, caricias, alegría, lagrimas que caen en el aprendizaje.
Todo inicia con una amistad, se va compartiendo sentimientos gradualmente, hasta sentir el fuego de que el amigo (a) le gusta, siente quererlo, esa especie de viaje que lleva hirviendo las hormonas cuando se baila con ella, se juega, se pasa del amigo (a) confidente al novio (a) necesitado (a). Al gran amigo, es difícil admitirlo, tratarlo en un campo diferente, con una nueva timidez, y así ir asentando bases de convivencia en donde ambos se sientan contentos, identificados, emocionados, halagados. No siempre el amigo (a) cuando coteja es bien recibido, no se responde en igual forma, y eso incomoda, separa la amistad, causa revuelto en sentimientos encontrados, incluso no se sabe en cómo enfrentarlo sin lastimar o perder la amistad.
Son esos torpes o tímidos momentos en que al hablarse ya no se puede volver atrás, ni siquiera cerca. Se acaba la confianza, se recata la vergüenza dejando en ser feliz. Realmente pudo existir el cortejo pero uno era el que lo sentía, esperando ser elegido, con esa esperanza que lo hace feliz y el otro no se daba cuenta y, siguió jugando con ocurrencias consiguiendo una y otra vez ilusionarse. Si usted pensó en ella, en esa persona que una vez se marcho y no miro atrás, acaba de pasar por su mente lo mismo que a todos en cierta parte de su vida. Siéntase orgulloso (a) tiene motivo para sonreír.