DESPIERTA MEXICANO
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Usted es uno de estos mexicanos que no duerme, padece insomnio, tiene bolsas en los ojos, espera su paga con necesidad en pagar sus deudas. Usted ¿Ha sido engañado? por los discursos, su esposa lo dejo por falta de trabajo, sus hijos ven con envidia al hijo del tranza. Usted ¿Es de los que lloran nostálgicos? La niñez agradable y hoy el banco se lo come.
Usted ¿Es de los millones de afligidos? que se han quedado sin familia, sus hijos comen cualquier cosa a menudo se les niega hasta los frijoles o huevos por falta de presupuesto. Usted ¿Es quien en su charla? sale a relucir el abuso que se comete en las dependencias de gobierno y no le alcanza ni para tener un celular activo. Usted ¿Es el trabajador? regañado, mal pagado a quien su jefe amenaza a diario que lo va correr. Usted ¿Se engaña? al confiar en promesas de gente que conoce por la televisión y las considera estrellas pero que son una estafa a la conciencia colectiva.
Usted ¿Es demasiado bueno? para comprender el verdadero oficio de quienes lo manipulan y se despiden cuando termina la gran estafa cobrando miles de pesos de sus impuestos. Usted como yo, nos encontramos en la historia de esta marca establecida, le confieso que todos hemos venido a menos, solo unos cuantos se encuentran en la otra historia de este país con tranquilidad social, económica. Unos lo ocultan, otros sale a la luz pública. Si, usted es de los mexicanos que no se ha dejado engañar, permítame felicitarlo, mencionarle que felicidades, es usted un tributo viviente a la honestidad.
Un nuevo reto para los mexicanos, pero estamos conscientes que los desafíos de este país son innumerables y los ciudadanos se esfuerzan en controlar la paciencia en medio del sacrificio ancestral siendo felices aunque se llore y sufra de necesidad. No es la única vez que se nos ofrecen vidrios, espejitos por una vida de calidad y seguimos estando de pie, cayendo, levantando ante el dolor, trabajando y pagando impuestos para que pocos vivan mejor, viajen, estudien en el extranjero, regresen a robar y se reían de las mentiras que nos creemos.
Seguimos siendo un pueblo fuerte, estando de pie. Ahora nos enfrentamos a una nueva embestida que nos ofrece entre muchas otras cosas que vamos a progresar, vivir mejor y no debemos permitir que nadie nos arrebate lo que legítimamente nos pertenece, nuestra amada mentira, el engaño hecho discurso consolador para que nuestros hijos y nietos no se aparten del camino, de la imagen que vieron en sus padres y sea amor eterno.
Somos un pueblo forjado en el saqueo y las tormentas que trajeron a los extranjeros llegan nuevamente a nuestras vidas para que la tristeza no desaparezca porque lo primero que aprendimos es a no perder la fe en el patrón. El mexicano de la madre soltera llamada patria destinada a seguir siendo humillada ante la debilidad de sus hombres que no son capaces en reclamar ante el miedo de su supuesta seguridad permitiendo la estafa ancestral y pensando que su amante lo tiene como hijo por un error, un pecado o culpa pero esa es su gracia.
Un hijo que siente orgulloso en ser mexicano y está allí para presumir su madre mancillada, un joven que se piensa bendecido por el simple hecho de encontrar trabajo porque no es lo que debe ser ante el mundo olvidando el México creo en ti. Un joven cuya presencia es un héroe vivo de la sociedad y se nota en sus ojos todas las penurias, sacrificios para establecer su propia familia o ayudar a sus padres.
Toda razón choca con la pobreza y su escudo es la paciencia, su arma las lagrimas derramadas al ver herida la dignidad. Un joven que observa a la masa social sin honor, reconocimiento y beneficios. Jóvenes conscientes que reconocen la ingratitud y están a la espera en hacer algo de los que sus padres no fuimos capaces en hacer. Los viejos sin pensión o migajas en las mismas equivalente a la propina que se entrega en un restaurante por el hijo del estafador y por otra parte miles que ni siquiera eso alcanzan para retirarse.
La juventud es la única esperanza que puede dar un cambio a este país o la permanencia conformista con espejitos que arman los abusadores que llegan a su jubilación con miles de pesos o dinero que incluso ni sus nietos se alcanzaran a gastar.