TABÚ SEXUAL
MDH Ramòn Larrañaga Torróntegui
La misoginia en la época colonial se caracterizaba por ser extremadamente violenta, los sacerdotes la asociaban en sus homilías con debilidad, ignorancia, pecado. A la mujer había que vigilarlas en todo momento para que no dieran rienda suelta a sus bajos instintos. El contacto sexual entre el mismo sexo era pecaminoso, imperdonable, condenado a muerte.
La doble moral condenaba a muerte a mestizos, indígenas, mulatos pero jamás encontraba culpable a un español. Se tiene el caso del Jesuita Mateo de Urroz (1658) quien se le encontró practicando sexo con el mestizo Gerónimo un joven humilde de 19 años de edad. En los alegatos el joven declaro que el Jesuita le regalo chocolates y otras cosas para practicarlo. El mestizo fue ejecutado por incitador y el Jesuita se le envió a Guatemala.
Era fácil ocultar sus preferencias sexuales bajo la sotana pero la realidad natural del deseo sexual los delataba imponiéndose sobre su juramento. Para los sacerdotes de aquella época la mujer era un cuerpo de maldad, perversión que acechaba a los hombres. La religión hizo un tabú de la sexualidad, a los curas, monjes y monjas, les aplico el celibato y a los feligreses el adulterio, es decir se metió a la vida privada el dogma regulando la vida desnudada de sus creyentes.
Las religiones son todas muy semejantes en cuanto a lo que aportan a la humanidad. Sus enfoques en el fondo son el mismo. Mi actual visión es que la humanidad se encamina a que las religiones desaparezcan y surja la conciencia humana esencial. Un ejemplo es la expansión que a alcanzado entre los jóvenes por el mundo el sexo sin compromiso el cual se educaba como pecado capital.
Hay una percepción diferente entre los europeos y norteamericanos, así como entre los asiáticos. La juventud considera que el sexo es una manifestación de energía vital, oculta que se desencadena para unir dos seres y disfrutarla más allá de la palabra. El que se aleja de esta fuente le provoca dolor, soledad, irritación, depresión, frustración. La Juventud visualiza a la sexualidad en que no es buena ni mala sino necesaria al ser un instinto natural que desencadena gozo, felicidad, dolor, pesadumbre, culpa dependiendo del avance mental del joven. El joven sin control se vuelve compulsivo por el placer y el reflexivo se frustra ante el rechazo de lo que considera necesita y da miedo satisfacer.
Lo justifican argumentando que el placer es una forma de experiencia humana que nadie puede negarse por ello es inútil el huir de la misma. El placer sexual es una experiencia en la mayoría de las ocasiones transitoria que no llena el anhelo ultimo de la felicidad, bienestar, estabilidad, sino que insta a buscar a través de la misma el estado de la felicidad más allá de la sensación inmediata del acto, es por ello que la sexualidad sin compromiso algunos jóvenes la rechazan, niegan o los hace presa de la culpabilidad. En la relación de pareja no solo entra en juego el sexo, son miles de puntos de vista, pero cuando todo gira alrededor del sexo termina por perder el respeto, el vínculo afectivo, la comunicación, el proyecto de vida compartido.
El cambio está presente desechando este tipo de tabú moral en donde los jóvenes son alentados actuar según su propia conciencia. No ven a la sexualidad como una práctica errónea ni para quienes la practican entre el mismo sexo. No la califican como dolor sentimental, fuente de sufrimiento sino de gozo y actúa estando al corriente en sus efectos, acciones como un bien sin aflicción para sí mismo o para los demás.
A la juventud, el antiguo pecado Judío/Cristiano no les genera miedo al preferir gozo y no error, dolor, frustración y sufrimiento como se han enseñado. Su pretensión es alcanzar una experiencia, placer, gozo, satisfacción bienestar que lo defina.
No les asombra que eminentes líderes en todos los campos se declaren abiertamente homosexuales, no se escandalizan. Ellos ven normal que un homosexual pueda casarse y tener hijos y considera que a los sacerdotes se les debería de permitir el hacerlo, incluso matrimonio entre sacerdotes homosexuales pudiendo compaginar sus deberes religiosos con su vida familiar. En cualquier caso, homo sexualidad y espiritualidad no son dos conceptos antagónicos, sino compatibles.
Todo depende de la actitud del individuo. Esto precisamente es lo que manifiesta la corriente de conciencia abierta a la que va dirigiéndose la humanidad en el cómo aborda sus experiencias de vida. Es tiempo en abandonar el celibato, de hecho muchos los hacen a escondidas. Esto, no es asumir una actitud permisiva sino allanar el camino en el manejo adecuado y con responsabilidad para que de acuerdo a su naturaleza se integre para que canalice su espiritualidad como debe ser.