EL GOBIERNO MUNICIPAL, TAN CERCA DE OG MANDINO Y TAN LEJOS DE MAX WEBER
La obsesión que muestra el Alcalde y la mayoría de regidores por “concesionar” el Acuario a un particular parece estar inspirada en la frase preferida de Augustine Mandino: “Hazlo Ahora”. El autor de más de 20 libros de auto-ayuda, mejor conocido como Og Mandino, entre los que destaca el best seller: “El Vendedor más Grande del Mundo”, cuya lectura es obligada para todos los comerciantes profesionales que pretendan fijarse metas para consolidar sus productos ante los difíciles consumidores, para lo cual no reparan en condiciones éticas, sino en lograr su satisfacción personal.
Este es un gobierno que centra su acción en los negocios y en banalidades: instala palmeras en el malecón por un costo de 43 millones de pesos con la justificación que se ven “bonitas”, pero el drenaje del Parque Bonfil que requiere de 35 millones para su rehabilitación se olvida; realiza al vapor la reforma al Reglamento del Acuario para viabilizar su concesión a particulares, mientras sus principales Reglamentos tienen un rezago de más de 20 años en materia normativa; renta 77 vehículos por 120 millones de pesos que representan más del 120 % de su precio en el mercado y al final del trienio dejaran al Ayuntamiento sin estos activos.
Mientras el gobierno municipal despilfarra estos cuantiosos recursos económicos en rentas dudosas y obras superfluas, pretende aumentar en 30% el costo de las tarifas de agua aduciendo que no hay recursos para atender el problema estructural de la ciudad: el drenaje. Es decir, mientras los servicios públicos se realizan en la cotidianeidad de los usos y costumbres sin innovaciones tecnológicas, sin adecuaciones técnicas y rezagos normativos históricos, que es donde el gobierno debiera estar concentrado legal y operativamente para eficientar sus actividades sustantivas en beneficio de sus gobernados, hace todo lo contrario.
La intención de entregar el Acuario a particulares está fuera de toda lógica a menos que haya de por medio un interés y beneficio particular de su principal promotor. Todas las encuestas aplicadas entre turistas que llegan a nuestro puerto afirman que el 95% visitan el Acuario; y si esta tendencia se combina con un promedio de ocupación hotelera anual del 70% pues estamos hablando que este centro de diversiones tiene un mercado cautivo potencialmente creciente. Por ello, resulta patético escuchar a los “vendedores” digo regidores, que como fieles discípulos de Og Mandino recitan que “es honor que el hombre más rico del mundo pretenda invertir en Mazatlán”, tratando de “vender” la idea que es la única opción para eficientar el funcionamiento de esta institución municipal.
Cuando se habla de ceder una función del gobierno a una entidad particular es abdicar a la responsabilidad que les entregaron los electores para administrar los bienes y recursos públicos; es aceptar su incapacidad como gobernantes para eficientar la función del gobierno. Por ello, cuando se pretende disminuir las funciones del gobierno para otorgarlas u ofrecerlas al mejor postor, los políticos se ven como vulgares comerciantes, que por ignorancia o interés, ofertan los bienes públicos como mercancías comunes.
El Acuario no sólo es un centro de espectáculos, sino una institución regional de educación ambiental y conservación ecológica con programas consolidados. Desde hace más de 20 años las generaciones de educación primaria del municipio reciben programas de cultura ecológica; así como estudiantes de los estados costeros vecinos participan en programas regionales de conservación de nuestros recursos naturales comunes; además, del proyecto de protección de la tortuga marina que desarrolla con eficiencia dicho centro. Estas son acciones de gobierno que no se pueden ni se deben entregar a particulares, independientemente que éstos las continúen realizando con fines mercadológicos. El gobierno municipal debe continuar realizando y fortaleciendo estos programas consolidados en beneficio de la niñez mazatleca y en la construcción permanente de una cultura de preservación del medio ambiente como bienes públicos.
Todo servicio o función pública que el gobierno pretende ceder a particulares debiera generar una discusión teórica sobre la razón de ser del Estado. Por ello, uno de los teóricos clásicos como Max Weber, plantea que el Estado es el único que debe tener el monopolio legítimo de la violencia y la debe ejercer para garantizar la paz y tranquilidad necesaria a los ciudadanos porque esa es la condición para generar riqueza y bienestar. Pero cuando el Estado ya no es el único que tiene la capacidad para hacer uso de la violencia, entonces la seguridad no sólo se pone en riesgo, sino la razón de ser del mismo Estado, como actualmente está sucediendo.
Pero Weber, también plantea acertadamente que el Estado debe tener bajo su control las funciones sustantivas y estratégicas que garanticen el desarrollo y bienestar de la sociedad. Por ello, cabe hacerse las siguientes preguntas: ¿En un puerto turístico con tendencia de crecimiento y consolidación este centro de diversiones visitado por el 95 % de los turistas, no es un factor estratégico para que el Gobierno incida en el desarrollo de la principal actividad económica del puerto? ¿Con un mercado cautivo de visitantes y con un crecimiento de turistas al puerto acaso no es un negocio rentable que los inversionistas ya avizoran? ¿Si las respuestas son afirmativas porque ceder este Centro a particulares? ¿Por qué poner en riesgo los programas de educación y conservación ambiental que realiza el Acuario? ¿Por qué tanta insistencia y obsesión de sus regidores?
Obvio, por su léxico, ocurrencias, prioridades y la opacidad con que se desarrolla este gobierno, es mucho pedir que lean a Max Weber el Alcalde y sus regidores para que entiendan la función y razón de ser del Estado, del cual es gobierno es un pilar fundamental. Estos como fieles seguidores de Og Mandino y sus fórmulas de superación personal, seguirán como mercaderes de los bienes públicos repitiendo las “bondades” de concesionar a particulares las responsabilidades que los electores les entregaron con su voto, y cuya confianza otra vez pretenden traicionar.