Los parásitos son organismos que viven robando los nutrientes de sus huéspedes, y casi siempre se popularizan como algo más maligno gracias a películas de terror y ciencia ficción (ahem, Alien). Pero la realidad es que las infecciones parasitarias son más comunes en humanos de lo que te imaginas. Por ejemplo, la malaria es causada por un parásito, y esta enfermedad mata 600 mil personas cada año.
Sin embargo, de los parásitos que quiero hablar hoy seguramente ya los conoces. Se llaman helmintos y protozoos y causan síntomas gastrointestinales.
Brócoli, lo que necesitas para una buena salud intestinal:
Definitivamente has escuchado sobre infecciones por helmitos como lombrices intestinales y anquilostomas. Y también has oído hablar de Giardia, un parásito protozoario que causa enfermedades diarreicas. Seguro has bromeado con este tipo de parásitos diciendo que “tienes lombrices,” pero en realidad estamos hablando de algo mucho más serio que eso.
Aunque hay parásitos que se curan fácilmente, otros pueden ser crónicos y hasta fatales. Más de 300 mil personas viven con Trypanosoma cruzi, un parásito que causa la enfermedad de Chagas; más de 60 millones de personas están infectadas de forma crónica con Toxoplasma gondii, una enfermedad parasitaria que puede causar síntomas parecidos a la gripe; y 1.1 millones de personas se infectan por primera vez con Tricomoniasis, una ETS parasitaria, cada año. Ya no es tan gracioso, ¿verdad?
Si creías que los parásitos son el tipo de cosas que puedes tener a través de un viaje al extranjero… estás muy equivocada. Los humanos podemos infectarnos a través de la ingesta del parásito o sus larvas (huevos) encontrados en alimentos o agua contaminados con heces. Otra forma es consumiendo las larvas encontradas en carnes crudas como puerco o pescado. Y, a veces, ciertos parásitos tienen la habilidad de penetrar directamente la piel humana cuando una persona entra en contacto con agua o tierra contaminada con heces. Todo esto puede suceder en casa, en las callas o en una playa cercana.
Entonces la pregunta es: ¿cómo voy a saber si lo que tengo es un parásito y no un virus o una bacteria? Para serte honesta… no es nada fácil. Existen más de mil tipos de parásitos en el mundo, y los síntomas pueden variar, pero lo más seguro es que sean aleatorios. Sin embargo, la mayoría de las infecciones parasitarias comparten cierto número de síntomas similares, tales como: diarrea, cólicos o dolor, náusea, falta de apetito, fatiga, erupciones inexplicables o irritación en la piel, tos y pérdida de peso involuntaria.
Por si no lo notaste, los síntomas de infecciones parasitarias tienen mucho en común con cualquier otra condición o virus. La clave para identificar un parásito es la combinación de estos síntomas y su duración. Y es que un parásito puede vivir dentro de su huésped por meses o años sin causar ningún síntoma. Así que un historial médico, así como uno de viajes es clave para el diagnóstico.
Si notas estos síntomas y has viajado recientemente, tenido contacto con animales sucios, comido algo que podría estar contaminado o simplemente no hay ninguna explicación para tal reacción, acude con tu médico o gastroenterólogo lo más rápido posible. Sólo él puede mandarte pruebas de sangre y heces para determinar el verdadero problema. Por ejemplo, ciertas infecciones parasitarias pueden provocar anormalidades en exámenes de sangre específicos, causando condiciones como anemia, eosinofilia o enzimas hepáticas elevadas.
Aunque un verdadero parásito no provocaría una invasión alienígena, algunos sí pueden ser extremadamente molestos. Lo ideal es identificarlo y tratarlo para vivir una vida sana.