ALCOHOL
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Emborracharse es perderse en el abismo negativo sacando a relucir los bajos instintos, el infierno interior hasta llegar al delirium tremens en donde se ven visiones inexistentes, perversidades a la mano. Mi generación, entonaba un bolero que decía que el amor es un algo sin nombre que obsesiona al hombre por una mujer. Es indudable que parte del cerebro se activa cuando esto sucede. Existen borrachos que culpan amores fallidos o nacieron de padres alcohólicos, su realidad es que viene dotado de una carga negativa, un impulso a beber, solo basta un empujón con olor alcohol para que abandone toda fuerza de voluntad.
No hay edad para iniciar en este vicio y cada vez son más jóvenes los que jugando caen. La madurez y la vejez con sus conflictos acercan a este tipo de personas. El muchacho desafía entrar y no quedar atrapado con el propósito de sentirse hombre. La adolescente tuerce el camino por curiosidad. Ambos sexos caen con falsas visiones a temprana edad prueban drogas, fuman, beben, fornican creyendo en esta forma ser libres.
El alcohol seduce a los jóvenes con problemas familiares, a los amargados que exclaman sufrir o viven en situaciones precarias económicas, lo toman como el sentido manifiesto de su camino. El adulto lo hace por estrés, amargura, soledad o tal vez ni el mismo lo comprende pudiendo justificarlo por la muerte de un ser querido, un amor, un divorcio no deseado, perdió el trabajo, no encuentra tranquilidad y la única alternativa que visualiza es intoxicarse para olvidar rechazando el hecho de que el alcohol le haga un daño o sea un vicio el cual puede dejar en el momento que así lo decida. Justifica que una copa no es nada pero se va acostumbrando a dos tres hasta no poder parar.
Una borrachera genera vomitar, expulsar lo que intoxica, para eliminar en parte lo que el organismo ya no tolera o no está acostumbrado. El borracho guarda secretos morales, indecentes y culpabiliza a los que lo critican con la frase despectiva en que no lo entienden en la gran tragedia que carga y solo él entiende. Se inicia con poco y difícil es parar hasta la muerte. El pulso tiembla, todo sale mal, sin alcohol es tímido, vergonzoso, al consumirlo se trasforma en atrevido, grosero en ambos casos fracasado.
Se vuelve una necesidad, olvida comer, duerme poco lo va dejando indefenso hasta morir. Muere por ulcera, hepatitis o cirrosis al destruir estomago, hígado. El borracho que come mientras bebe dura más tiempo. La muerte del cirroso es dolorosa cuando logran llegar a un hospital sus gritos se escuchan a cuadras a la redonda, se ponen como locos y exigen una botella. La desesperación en sus ojos es espantosa, algunos mueren vomitando sangre, otros con diarrea sanguinolenta imparable.
Llega el momento en que todo lo gasta en el vicio, se vuelve ingrato, pedigüeño, ladrón va perdiendo todo honor y dignidad, solo le interesa estar ingiriendo alcohol. La familia deja en tener sentido para él, se vuelve irresponsable, inmoral, se ríe de las cosas buenas en las personas y en su locura se siente un ser superior sobre todos los cercanos. La verdad sobre el consumo de alcohol debe iniciar en casa, explicando a los hijos el vicio, su inicio, futuro y muerte, es la única manera en detener un poco lo que está pasando actualmente con la juventud.
Educar es comprender desde el daño, el uso de audiovisuales en escuelas, lo espantoso del final en este vicio. Si bien es cierto la educación parte de casa lo malo es que hay padres que no solo beben frente a sus hijos, sino que les ofrecen en cualquier evento familiar. El hijo lo ve como algo maravilloso de amigo “Su padre” perdiéndose el buen ejemplo a seguir. Podrían pensar que es radicalismo el no beber frente a los hijos, pero recordemos que lo que bien se aprende jamás se olvida, lo negativo es esponja y la mala copa no es sagrada.
Si su hijo anda en estos pasos expertos recomiendan que cuando este dormido borracho, tómelo de la mano y con voz suave háblale, aconséjele, explíquele lo que está haciendo mal como si estuviera despierto. Dígale que el alcohol es un vicio degradante. Es una de las tantas formas de llegar a lo profundo del ego, a su centro sensorial. Usted se dará cuenta que cuando este despierte, no recordara nada de lo que le dijo mientras dormía. Programe los encuentros necesarios sin darse por vencido estoy seguro que cuando menos lo piense usted lograra entrar por esa puerta en sus sub consiente produciendo el efecto deseado.