HIJOS
MDH Ramón Larrañaga Torróntegui
Felicito a los padres que forjan hijos sanos, felices, protegidos, a esos que cumplen con su responsabilidad, que asumen su valor, y reciben ese honor de ser amados por un niño que lo vea como su guía, es un honor demasiado bello para tomarse a la ligera, demasiado hermoso y trascendental para no valorarse.
A los padres que no quieren serlo a pesar de que ya tienen hijos regados, aún están a tiempo, si se informan sobre los estragos que deja su ausencia en un niño, seguramente reconsiderarían su actuar, pedirían perdón a esos menores o jovencitos y cambiarían el curso de sus vidas. Si consideran que la mujer con la que engendraron un hijo es una persona que dificulta la relación con ellos, asuman con valor enfrentar la situación, porque esa persona es la que cría a un hijo que ustedes, ambos lo trajeron al mundo, no hay justificación de no luchar por ese derecho de ser parte positiva de la vida del hijo, pues a veces se lucha con más garra por asuntos ordinarios.
Hombres, analicen firmemente si en cada relación sexual desean dejar a la suerte o a que sea verdad que la pareja está usando método anticonceptivo y, la posibilidad de otro hijo. Para los que consideran que engendrar un hijo ha sido su mayor orgullo y realización en la vida, debiera ser quien ve a sus hijos y los observa plenos, felices, de bien, con sentimientos nobles para sí y para los demás, los sabe protegidos, no sólo hermosos.- La clave es que sea el padre parte de la dicha y plenitud de ese ser que comienza la vida.
Mi más sincero deseo es ver un niño contento, sano, con oportunidades, hasta la fecha he conocido con hambre, tristes, sin autoestima, confundidos, en la miseria, abandonados , abusados, enfermos, así como a otros contentos, amados, reconocidos por sus mayores guías.- Padres. He leído sus escritos y dibujos sobre como extrañan a sus padres que no conocen o no han vivido con ellos, y sé, así lo entiendo, que mucho dolor se podría evitar, quisiera ver más niños felices, y por ende, adultos plenos, sin historias de dolor que desgarran el alma. Todos fuimos niño, para ponernos en el lugar de los hijos, a menos que duela demasiado recordarlo, pero en todo caso, podríamos ser los privilegiados, los valientes de romper tradiciones familiares que marcan con miedos y dolores de por vida.
Hacer campañas de paternidad responsable, educación sexual, salud reproductiva, enfermedades hereditarias, venéreas, salud mental, pobreza y autoestima para romper esquemas familiares, debieran ser prioridad para el gobierno, en los que consideren la vida del individuo, su capacidad de ser responsable sobre sus actos ante todo, pero con el derecho de recibir educación para potencializar esas capacidades y su nivel de toma de decisiones.
Debiéramos reconsiderar las consecuencias de la actual moda, de unos años para acá. La madre soltera, ha sido parte de los discursos de funcionarios, candidatos de todos los partidos e instituciones gubernamentales, que sin duda muchas de ellas luchan por sacar adelante a sus hijos, pero en esta nueva subcultura la mencionan como si fuera una situación que la exime de responsabilidad, la victimiza y excluye.
A los padres que no viven con los hijos que procrearon el gobierno debe exigirles cumplir con el derecho del niño, obligándolos a poner dinero para mantenerlos y su educación. Nos falta mucha responsabilidad, las mujeres no exigen cuando eligen con quien acostarse y nacen niños sin derechos a que les sean cubiertas sus necesidades básicas, para que tenga un pleno desarrollo físico, mental, emocional y legal, así el comienzo de ese menor seria apegado a las leyes, y no a la caridad o al sentido de indefinición porque su madre está sola enfrentando el mundo. No se trata de estigmas moralistas, ni de tener padre o no, sino de dejar atrás la etiqueta de desnaturalizados. Se trata de responsabilidad de nuestros actos y la protección completa de los niños, plasmada en sus derechos.
Algunas mujeres más que buscar el bienestar de sus hijos, usan a los menores para enfrentarse con el procreador, sin pensar en el grave daño emocional que generan en ese hijo, que lo menos que merece es recibir la protección plena de ambos, alejado de los conflictos que ellos mantengan. Siendo realistas a las personas nos falta mucho, para ser mejores personas bastaría con disminuir la violencia domestica que podría evitarse con padres responsables. Leyes de responsable ya existen, aunque habría que aplicarlas, quizás ajustarlas, darles el valor real que poseen para crear justicia, hacer una manera de vida de los derechos de los niños que ya está plasmados, y a la par brindar la orientación necesaria para educar y concienciar a los ciudadanos.